La realidad de los precios frena la utopía del consumo en la Alemania unida
JOSÉ MARIA MARTÍ FONT La liberalización de los precios frenó ayer los instintos consumistas de los alemanes orientales durante el primer día laborable en que disponían de sus nuevos marcos, tras la unión económica y monetaria entre las dos Alemanias. Los primeros avisos de huelgas se produjeron ya en algunas empresas que temen por su futuro dentro de una economía de mercado competitiva, y en Berlín se manifestaron unos centenares de personas contra la desaparición de los subsidios. El pastor protestante Manfred Stolpe, presidente de la Conferencia Episcopal de la RDA, lanzó el primer aviso sobre el otoño caliente que se avecina.
La jornada de ayer transcurrió con total normalidad. La mayoría de los supermercados y tiendas de alimentación abrieron sus puertas rebosantes de nuevos productos hasta ahora inencontrables en la República Democrática Alemana (RDA), como ciertos tipos de frutas y una gran cantidad de bienes envasados de procedencia occidental.Ciertamente, y pese a que la RDA no sufrió excesivamente en el aspecto de suministros, la visión de las estanterías rebosantes de productos brillantemente empaquetados no dejó de impresionar a los nuevos consumidores. Las colas, sin embargo, eran muy limitadas y no mayores de las habituales. Al poco de entrar en estos establecimientos, los alemanes orientales se habían dado cuenta de que si bien la oferta había aumentado grandemente, los precios lo habían hecho aún más.
En los grandes almacenes, la sección más visitada era la de los aparatos electrónicos. Televisores, vídeos y radiocasetes fueron lo más vendido ayer. En Alex, en la Alexanderplatz berlinesa, a media mañana se habían vendido nada menos que 50 televisores y una cifra muy superior de radiocasetes y vídeos. También estaban bastante concurridas las secciones de ropa, aunque primaba más la curiosidad que las ventas.
Tenderetes en la calle
Numerosas empresas occidentales habían instalado tenderetes en la calle, donde regalaban muestras de sus productos a los posibles futuros clientes. Una conocida marca de cigarrillos entregaba un paquete nuevo a cambio de cualquier otro usado con tal de que le quedara como mínimo un cigarrillo. Otros muchos comercios no abrieron ayer sus puertas al no haber podido completar la renovación y adaptación de sus existencias. En todas ellas, sin embargo, se anunciaba con precisión en la puerta la fecha de apertura.
Las ofertas recién aparecidas en sus propios barrios frenaron mucho la esperada avalancha de los ciudadanos de Berlín Oriental hacia el otro lado de la ciudad, para desesperación de los comerciantes que se habían abastecido para la ocasión. La sensación del visitante ayer, sin embargo, era la de asistir al inicio de un largo proceso en el que los comerciantes de la RDA deberán aprender las reglas de la
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competencia. En muchos casos, la subida de los precios y el hecho de hacer efectivo en marcos occidentales no correspondía con la calidad exigida.En el campo político, la actividad parece haber entrado en una nueva fase en la que se definirá el mapa de los partidos de aquí a las elecciones generales de diciembre. Si el viernes era el ministro del Interior, Peter Michael Diestel, el que abandonaba su partido, la conservadora Unión Social Alemana (DSU), ayer lo hizo su presidente y miembro del grupo fundador, el pastor Hans Joachim Ebeling. La batalla por el espacio de la derecha pasa por fijar el porcentaje mínimo por el que un partido obtiene representación parlamentaria.
Elecciones por separado
La sugerencia de que las elecciones se celebrarían por separado en los dos Estados alemanes y que la unidad política se producirá pocas horas después de los comicios, supone fijar dos listones diferentes, el 5% habitual en la RFA y un 3% en la RDA. Esta solución venía a beneficiar casi exclusivamente a la DSU y, de paso, a la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera, que apadrina la DSU. Sin embargo, todo parece indicar que el partido del canciller Kohl, la CDU, mayoritaria en ambas Alemanias, va a aprovechar la ocasión para evitar que la CSU salga de su feudo bávaro y, de paso, hacerse con sus votantes en Sajonia y Turingia. El desembarco de Diestel y Ebeling en la CSU parece inminente, y el límite del 5% para toda Alemania, inevitable.
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