Honeker ve desmoronarse su sueño
El ex dirigente comunista sigue los cambios de la RDA a través de la radio y la televisión
La descomposición del sueño por el que murieron, mataron y reprimieron los comunistas alemanes está provocando escenas que deben ser dificiles de soportar para un Honecker enfermo pero plenamente lúcido, aferrado a la radio y a la televisión. "Nuestra obra vital se ha desmoronado", dijo su compañero Horst Sindermann una semana antes de morir.Carnés de miembros del otrora sacrosanto Partido Socialista Unificado (SED), banderas de honor a brigadas voluntarias, medallas al "guardia fronterizo del año" y de "combatiente ideológico ideal" se venden y subastan ya a turistas occidentales frente a la Puerta de Brandenburgo y en otras esquinas de Berlín.
La vida volvió ayer a una normalidad insólita. A las seis de la mañana abrieron los quioscos en Berlín Este y los trabajadores del primer relevo gastaron sus codiciados marcos en los diarios y bocadillos.
Ocurre que éstos cuestan desde ya dos o tres veces el precio de hace tan sólo dos días. El pan subvencionado, que no había aumentado su precio desde los años sesenta, se utilizaba en la RDA para alimentar a los cerdos en uno de tantos disparates que había sido institucionalizado por el llamado socialismo real.
Esto al menos se ha acabado con los nuevos precios que comenzaron ayer a ser tan reales como el dinero que se solicita a cambio de los productos.
Dinero irreal
El dinero irreal, con los rostros de Marx y Engels, desaparecerá en minas de sal y hornos. Miles de monedas de marcos orientales, ya inservibles, surcaron los aires y resonaron en las pistas de baile de discotecas en que los alemanes orientales, ebrios de alcohol y occidentalismo, celebraron su ingreso -al menos oficial- en el club de los europeos ricos.
La intervención de cuatro policías en el Alexanderplatz para expulsar de allí a dos gitanas rumanas que vendían unos radiocasetes fue apoyada por comentarios de alemanes orientales como "eso, fuera de aquí esta bazofia". Es improbable que se refirieran a los aparatos de música. "Por supuesto que ahora intentarán venir más que antes porque tenemos una moneda buena. Hay que impedírselo porque dejan todo lleno de mierda". Estos comentarios proceden de una mujer de media edad en Berlín Este y se refieren a los polacos. En octubre, los Intelectuales y la oposición gritaban en la ciudad de Leipzig todos los lunes la palabra "Solidarnosc" (Solidaridad) para identificarse con la lucha de los polacos contra la dictadura. Ahora, los polacos tendrán difícil su estancia e incluso el paso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.