El hueso de la aceituna
Un centenar de cortijos, sancionados en Jaén por hacinar a los jornaleros
La inocentada del periódico tuvo éxito: los franceses que llegan a Jaén para recoger la aceituna encuentran peores condiciones de vida que los jienenses que vendimian en Francia. La broma era de veras. El diario local que la insertó acaba de publicar las multas impuestas a 102 cortijos por hacinar a los jornaleros. La Junta de Andalucía y los sindicatos se han propuesto acabar con las situaciones infrahumanas. Los propietarios están de acuerdo, pero piden ayudas efectivas para acabar con el hueso más ingrato de la aceituna.
Las mayores penalizaciones han sido para la hacienda El Potril, de Ubeda, con 550.000 pesetas de multa -entre sus propietarios figura el empresario granadino Nicolás Osuna- y el cortijo La Parrilla -400.000 pesetas de sanción-, propiedad de los Jesuítas, en Andújar."En algunos cortijos, los aceituneros están peor que las bestias del establo de al lado", asegura el secretario general de Comisiones Obreras de Jaén, Emilio Álvarez Iturriaga. "En muchos, los dormitorios están separados por mantas. Hay una sola sala en la que, se come y se duerme. No tienen luz eléctrica ni agua corriente y, por supuesto, nada de ducha o retrete. Los que reúnen buenas condiciones de habitabilidad son los menos", apostilla el responsable de la sección del campo de CC OO, Francisco Galán.
Las víctimas de estas situaciones, que nadie duda en caliricar de infrahumanas, son los inmigrantes. Jaén exporta mano de obra estacional, pero a la hora de recoger la aceituna faltan brazos. Unos 10.000 jornaleros se desplazan a esta provincia desde Granada, Sevilla, Córdoba y Ciudad Real para la recolección de olivas, que tiene lugar entre diciembre y febrero.
Muchos llegan con la familia en busca de esas 2.882 pesetas por jornada de seis horas y veinte minutos o del trabajo a destajo. Los manijeros -capataces- siguen seleccionado a las cuadrillas, a pesar del empeño sindical en que la contratación se haga a través de las oficinas de empleo.
Todo esto era un secreto a voces, ahora traducido en sanciones a 102 empresas por 74 faltas graves y 82 leves en los cortijos. El total de las multas, que acaban de hacerse públicas, supone diez millones de pesetas, aunque muchas se han recurrido.
"Es cierto que, hasta ahora, en las inspecciones se hacía más la vista gorda, pero este año se ha puesto mucho énfasis. Estamos dispuestos a acabar, como sea, con los alojamientos indignos", asegura el delegado de Gobernación de la Junta de Andalucía en Jaén, Juan Torres.
Para lograrlo, la Administración subvencionó a los sindicatos CC OO y UGT. Sus representantes recorrieron los cortijos en busca de posibles infracciones, luego denunciadas ante la Inspección de Trabajo de Jaén. Sin embargo, las centrales no están satisfechas. "Las multas son irrisorias, un chachondeo", asegura el secretario local de la Federación de Trabajadores de la Tierra (FTT-UGT), Antonio Cuevas. "En comparación, se sanciona más al jornalero que cometa un error al declarar las peonadas, que al propietario que aloja olivareros en un cortijo en ruina", añade el secretario general de UGT en Jaén, Bernabé Díaz.
"Nosotros somos los primeros en querer las mejoras de los alojamientos, pero tiene que haber ayudas oficiales efectivas. Las cosas no se arreglan a base de multas", tercia el vicepresidente ejecutivo de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (ASAJA), Vicente Ortega.
La Junta de Andalucía ha abierto una línea de ayudas para mejorar los cortijos perolos Jóvenes Agricultores se quejan de que "no se sabe dónde están las tan cacareadas ayudas. Hay demasiada burocracia."
Clemente y María miran hacia las lomas de olivar y soledad. Ellos recogen aceituna desde hace más de medio siglo. "Antes era peor", dicen. No tienen agua dentro del cortijo Lora, en Pegalajar, pero aún hoy les da "mucha alegría" varear y llenar el cesto.
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