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Italia, embrujada por el Mundial

Juan Arias

Italia, que no es nada nacionalista, se exalta hasta el paroxismo con los triunfos del fútbol. Y durante el Mundial aquí nadie piensa en nada más. Los héroes nacionales son hoy Schillaci y Baggio. Los observadores políticos aseguran que si hubiera elecciones populares para presidente de la República y se presentara el siciliano Schillael (Totó, para los hinchas) se las verla muy negras el mismísimo jefe del Gobierno, Giulio Andreotti.El mundo político, el industrial, la Magistratura, todos, están pendientes del próximo 8 de julio, porque si Italia revalida el éxito de 1982 y vuelve a ser campeón del mundo muchas cosas podrían cambiar a escala nacional y acrecentar la esperanza, frente al miedo de la integración europea de 1993. Los sociólogos aseguran que Italia dio un vuelco enormemente positivo aquel año.

Por lo pronto, durante el Mundial y estando Italia en el candelero, todo se permite a todos, sin que nadie proteste. Todo se acelera políticamente, o se retrasa, según las conveniencias. Porque hay cosas que los italianos podrían tragarse distraídos tan sólo por los goles de la selección nacional, y otras que para afrontarlas conviene esperar a saber el resultado final del mundial de fútbol.

Y así, los industriales, apenas han visto que Italia estaba ya en plena efervescencia futbolística, han osado dar un mazazo al mundo del trabajo que, en otra circunstancia, hubiese sido una revolución: anunciar la revocación unilateral de la escala móvil, ese mecanismo casi sagrado que ha permitido durante estos últimos 20 años elevar automáticamente el sueldo de los trabajadores según el aumento del coste de la vida. Los sindicatos, que han pensando inmediatamente en convocar una huelga nacional de protesta, la han aplazado para el 10 de julio, "una vez acabe el Mundial".

El Gobierno acaba de anunciar un aumento de la gasolina, otro tema tabú, porque se trata ya de la más cara de Europa ( 140 pesetas el litro) y del tabaco. Y nadie se ha enterado.

El Parlamento, por su parte, medio vacío a causa del Mundial, ha dado otro bombazo: su primer sí a la abolición de una norma constitucional para permitir la entrada de los Saboya en Italia. Es otro tema que ha generado polémica durante años enteros.

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También el Parlamento, que el miércoles pasado consiguió elegir por voto secreto sólo 2 de los 10 miembros laicos del nuevo Consejo Superior de la Magistratura, ha aplazado los restantes ocho importantes nombramientos "para después del Mundial".

Lo mismo que se ha aplazado nada menos que para el día siguiente de la finalissima la votación del Parlamento sobre un tema muy espinoso, que podría abrir una crisis en el Gobierno: la reforma de la televisión, y concretamente la aprobación o abolición de la decisión tomada ya por el Senado de impedir la interrupción publicitaria en las películas ofrecidas por la televisión y que sería la ruina de las cadenas privadas de Silvio Berlusconi.

Al mismo tiempo, el jefe de los Servicios Secretos Militares (SISMI), Fulvio Martini, hizo ante el Parlamento una revelación sobre el caso de la tragedia aérea de Ustica, que en otro momento hubiese hecho caer de manera fulminante al Gobierno. Ha afirmado que sobre Ustica, cuyo misterio continúa aún después de 10 años de inútiles investigaciones, "engañaron a Italia los servicios secretos de Estados Unidos, Francia y Reino Unido", a quienes ha puesto sobre el banquillo de los acusados. Pero la notica ha resbalado. Lo único que preocupa es si Schillaci y Baggio serán los santos que harán el milagro.

Por su parte, el mismo jefe del Estado, Francesco Cossiga, que se halla enfrentado frontalmente con el Consejo Superior de la Magistratura, y de quien se esperaba para primeros de julio un mensaje al Parlamento acusando la politización al máximo órgano juidicial, ha decidido aplazar todo hasta después del verano.

Andreotti 'desaparece'

Que el Mundial paraliza todo en el mundo político, al mismo tiempo que todo lo hace posible, lo revela mejor que nada el hecho de que el jefe del Gobierno, Glulio Andreotti, mientras socialistas, comunistas, republicanos e izquierda democristiana hablan con insistencia de inminente crisis del Gabinete, se ha podido dar el lujo de "desaparecer" cuatro días de Roma. Y desde una clínica del norte de Italia ha ironizado diciendo: "He venido sólo a arreglarme los dientes. Lo siento por los que pensaban que se trataba de otra cosa peor".

Y es que el astuto Andreotti, gran conocedor de los humores populares, y que ha participado visiblemente en Roma en el rito de los hinchas de la ola, sabe muy bien que hasta que se sepa si Italia será o no el nuevo matador del Mundial, nada puede pasar a nivel político. Y si pasase, sería como si no hubiese pasado.

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