Las carpas respiran tranquilas
Sólo 40 personas han soficitado permiso para pescar en el río
Los 50 puestos instalados en el río Manzanares no están teniendo aceptación. La federación madrileña ha recibido en todo el mes pasado 40 solicitudes temporales para pescar. Pero no pierde las esperanzas: en Madrid hay 60 sociedades de pescadores y 100.000 aficionados. "Lo que pasa es que por el río baja mucha comida y la carpa no muerde el anzuelo", dice Francisco Gallego, presidente de los pescadores madrileños.
La vida de una carpa transcurre plácida durante el invierno, medio adormilada como está en el lecho del río. Durante el verano nada cerca de la superficie en busca de insectos, su plato preferido. Puede vivir hasta 40 años, aunque en el tramo urbano del río Manzanares lleva apenas seis. Su población se ha quintuplicado desde que, en 1984, se limpió el río y se soltaron los primeros 2.000 ejemplares.La carpa común o de espejo es el pez más grande y abundante del Manzanares urbano. El ejemplar más grande pescado hasta el momento llegó a pesar ocho kilos, según Gallego. En el Manzanares urbano también hay otros peces, aunque su número no llega a los 1.000 ejemplares: cachos que bajaron del embalse de El Pardo; carpines dorados, de color rojo y muy resistentes a la contaminación y gambusias norteamericanas, un pez menudo y buen reproductor.
Los problemas parecían haber llegado para la carpa manzanareña tras abrirse, el 30 de abril el reservado de pesca del río. Los peces se iban a encontrar hasta con 50 anzuelos en apenas medio kilómetro de cauce. En el otro extremo del cebo habría un pescador un tanto sorprendido de haber podido ir a pescar en el metro.
Pero ni el Campeonato de España de juveniles, celebrado hace unas semanas, consiguió llenar todos los puestos. Y tampoco tuvieron mucha suerte. Los 125 participantes apenas pudieron cobrar 20 carpas. "Como no se ha pescado nunca, el pez está acostumbrado a comer en la orilla o la comida que baja por el río", explica Gallego.
Al metro con la caña
El mismo escepticismo que obligó en 1984 a enseñar previamente en acuarios que eran peces vivos y no de plástico los que se iban a lanzar al río envuelve a los pioneros de la pesca urbana. "Hasta que no saque uno no me lo creo", comentaba el día de la apertura de¡ reservado un aficionado federado.
"Es increíble que podamos pescar en Madrid e ir con la caña en metro", explica Francisca Prieto, pescadora desde que cumplió la mitad de sus 69 años. Francisca lanzaba la caña entre sorprendida y nostálgica. "Hace años, cuando vine a Madrid, el río era un arroyo de agua limpia y clara y había lavanderas".
Entre el arroyo cristalino de Francisca y el actual reservado de pesca el Manzanares vivió su peor situación. De aprendiz de río se convirtió en un alumno aventajado de cloaca. La fauna piscícola del río se ha convertido en símbolo de la recuperación a la que se sometió al río entre los años 1980 y 1984 y que costó casi 40.000 millones de pesetas.
Pero su resistencia es limitada. La presencia de oxígeno en el agua es de ocho miligramos por litro, cuando un río normal tienen entre nueve y 10. Los peces grandes consumen demasiado oxígeno y su abundancia no es recomendable. De hecho, el Ayuntamiento planea trasladar a los grandes peces del estanque del Retiro hacia el Manzanares "con métodos eléctricos" que, según los responsables, consisten en "atontar al pez con una descarga para poder trasladarlo en cubas".
Las primeras protestas de los grupos de protección animal han surgido ya. Los 100.000 pescadores federados en Madrid pueden proporcionar mucho dolor a los 10.000 peces de¡ Manzanares. Responsables municipales y federativos han respondido a las críticas con argumentos diversos: las carpas tienen una callosidad insensible en la boca y el anzuelo no les causa dolor; en el, estanque de la Casa de Campo los abuelos llevan pescando algunos años y la población de peces no ha disminuido, etcétera.
Los pescadores federados afirman ser los primeros interesados en cuidar los peces -"sin ellos, qué íbamos a hacer"- y pugnan por proclamar sus derechos a practicar un deporte que les proporciona tranquilidad, sosiego y placer. "Nosotros somos los más responsables", de ce Francisco Gallego. "Habrá un control a través de la concesión de licencias especiales y vigilancia para que los peces se devuelvan al río". Una medida que siempre resulta conveniente. Porque comer una carpa manzanareña es peligroso por dos motivos: tiene muchas espinas y bacterias poco recomendables para el ser humano.
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