_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El 'topo'

Rosa Montero

Ahora resulta que en España estamos comiditos de espías. Con eso del derrumbe del telón de acero, en el resto del mundo el espionaje se está convirtiendo en un oficio tan anticuado como el de carpintero de patíbulos. Pero nosotros, que hemos cultivado desde siempre una extraña afición a vivir la historia a contrapelo y a destiempo, mantenernos a nuestros espías la mar de saludables y ocupados. ¡Pero si incluso tenemos un topo en el Ministerio de Asuntos Exteriores! Habla Ordóñez con los polisarios y, zas, al día siguiente el rey Hassan conoce hasta la talla de calzoncillos que usaban los saharauis en el encuentro. Es un topo laborioso y formidable.Esto, el chivateo de los secretos diplomáticos, es el baldón final que nos faltaba en las muy oprobiosas relaciones que ha mantenido este país con el Sáhara. España, conviene recordarlo, traicionó rimbombantes promesas y vendió el Sáhara a Marruecos por un cochino plato de lentejas: por un espejismo de derechos pesqueros, por un silencio cómplice frente a Ceuta y Melilla. Como repiten una y otra vez los polisarios, que son gente lúcida y serena, España apostó erróneamente por Marruecos. Porque un Sáhara libre, moderno y castellanohablante nos sería mucho más favorable.

De todos los Estados imperialistas, a los saharauis les tuvo que tocar uno tan cutre como el nuestro: ya es mala suerte. Mientras estuvimos allí les descuidamos (cuando nos fuimos, en 1975, sólo había un médico saharaui: los colonizados no llegaban a la Universidad), luego les traicionamos y ahora intentamos aparentar que esa traición nunca existió. Pero lo cierto es que no sólo no les hemos ayudado en nada, sino que, además, somos el principal proveedor de armas a Marruecos. De esas armas con las que Hassan les mata. Vista esta trayectoria lamentable, el chivatazo del topo no es sino un accidente más de una historia canalla.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_