Detenido en Ávila un matrimonio catalán acusado de vender hormonas prohibidas para el engorde de reses
Un matrimonio catalán afincado en la localidad abulense de El Barraco desde hace dos años fue detenido el martes pasado por intervenir supuestamente en la venta de hormonas prohibidas utilizadas para engordar ganado artificialmente. Sobre el matrimonio, compuesto por Juan Gasquet Serret y Josefa Genavé Mas-Miquel, pesa la acusación de cometer un delito contra la salud pública. Ambos cónyuges se encontraban ayer en la comisaría de Avila, a la espera de prestar declaración ante el juez, quien ordenó la inmovilización de 250 reses en El Barraco ante la sospecha de estar engordadas con anabolizantes.
Juan Gasquet Serret y Josefa Genavé Mas-Miquel, apodados los catalanes y residentes en la localidad de El Barraco (Ávila) desde hace dos años, fueron detenidos en la madrugada del martes por miembros de la policía Judicial, según informa , bajo la acusación de vender sustancias químicas prohibidas a los ganaderos, quienes las administran a las reses para su engorde artificial.El matrimonio, además de vender productos fitosanitarios en un almacén de su propiedad, en la calle Virgen de El Barraco, es representante de los productos para animales Nanta. La puerta del almacén no se distingue de ninguna otra, ya que no hay carteles ni indicadores que manifiesten que se trata de la representación de una empresa de piensos ni de un establecimiento de productos fitosanitarios.
Según el Gobierno Civil de Avila, los dos detenidos esperaban a primera hora de la tarde de ayer en la comisaría de policía para prestar declaración ante el Juzgado de Instrucción número 1 de Ávila, cuyo titular, Andrés Manuel Encinas, no ha atendido las llamadas de los medios de comunicación porque, según manifestaron en el juzgado, "está muy ocupado".
El Gobierno Civil de Ávila no ha confirmado otra detención, aunque varios vecinos de El Barraco, localidad de 2.200 habitantes situada en las estribaciones de la sierra de Gredos a unos 30 kilómetros al sur de Ávila, manifestaban ayer por la mañana que también fue detenido J. M. N., ganadero socio del matrimonio, y al que se le han inmovilizado 250 terneras de carne blanca y rosada con el fin de comprobar si han sido tratadas con hormonas.
Esta inmovilización se decretó después de que los veterinarios de la Dirección Provincial de Agricultura, acompañados de miembros de la policía judicial, efectuaran una inspección sanitaria en una instalación ganadera de la localidad.
En caso de que el resultado de la comprobación sea positivo, las reses pasarán un periodo de cuarentena hasta confirmar si los efectos del adulterante han desaparecido y se proceda a su sacrificio con total garantía para los consumidores.
Uso generalizado
En medios ganaderos de El Barraco, se conocía días antes del martes la posible intervención el Grupo de Estafas de los servicios centrales de la policía judicial de Madrid y las investigaciones que se llevaban a cabo, por lo que otras personas que practican lo que se conoce como implante, lo dejaron de hacer en los últimos días, pero no las personas detenidas. Incluso puede que otros implicados en este asunto que poseyeran sustancias estimulantes como el clembuterol, el salbutamól y el cimateról, todos prohibidos, se hayan desecho de ellas antes de la intervención policial.
La carne que producen los ganaderos de El Barraco es distribuida mayoritariamente en Madrid. De hecho, la intoxicación sufrida por consumidores en Madrid y Toledo por ingerir hígado de ternera en mal estado se relaciona con este suceso porque estas sustancias químicas atacan con más fuerza a las vísceras y, sobre todo, el hígado. Los afectados sufrieron temblores, taquicardias, fuertes dolores musculares y traumas cardiovasculares.
Otros productos como los estrógenos, que en algunos casos también se utilizan, según ha confirmado el veterinario abulense Clemente Vicente, llegan a producir efectos secundarios cancerígenos.
Según los ganaderos de la zona, donde está generalizado el implante de hormonas, la carne engordada es comprada a los productores a un precio inferior de la carne en condiciones normales. Los productos químicos los reciben las reses en las orejas mediante una pistola especial, aunque también existen otros productos que se disuelven en la leche que toman los animales.
Ahora las investigaciones se centran sobre el control veterinario por el que deben pasar las reses, ya que su incumplimiento puede ser la causa de la adulteración de los productos que llegan a los consumidores.
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