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Roman se enfrenta a Iliescu por la violencia desatada en Rumania

El Gobierno rumano, dirigido por el primer ministro Petre Roman, ha entrado en abierto enfrentamiento con el presidente, Ion Iliescu, sus asesores y gran parte del aparato de la antigua policía política (Securitate). Los enfrentamientos en el núcleo del poder rumano se han disparado tras el llamamiento de Iliescu a los mineros, que provocaron gravísimos actos de barbarie en Bucarest la pasada semana. A última hora de ayer grupos de manifestantes volvieron a tomar la plaza de la Universidad en Bucarest, exigiendo la libertad de los detenidos.

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Además de pedir la liberación de los presos por los recientes incidentes, los manifestantes han so licitado explicaciones por la violencia que desataron los mineros convocados por Illescu. Ante la reaparición de las manifestaciones, el nuevo ministro del Interior, Doru Viorel Ursu, ha hecho un llamamiento a la calma."Toda acción provocadora puede acabar en un desastre de consecuencias irreparables", afirma el texto del ministro, leído por radio y televisión anoche, poco después de que cerca de un millar de personas se reagruparan en la plaza de la Universidad. Ante la presencia de los manifestantes, el tráfico fue nuevamente cortado y poco después las tropas del Ejército y policía en la zona se retiraron.

La sesión de hoy del Parlamento deberá designar primer ministro, con lo que se abre una semana que promete ser dramática. Medios consultados por EL PAN manifestaron ayer que la ruptura entre lliescu y el Ejército ha entrado en una fase que parece irreversible, y sugerían que Roman podría haber decidido ya romper su alianza con lliescu. "Con la herencia bizantina de los Balcanes", precisaban las fuentes, "no es descabellado que Roman e lliescu aparezcan en público como si formaran un tándem. Pero en estas circunstancias es el presidente quien tiene que actuar ya si no quiere perderlo todo".

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Roman promete investigar la violencia en Bucarest

Viene de la primera páginaEl Gobierno rumano emitió un comunicado en el que se distancia "neta e inequívocamente" de los "excesos y abusos" cometidos por los mineros. Iliescu había agradecido calurosa y públicamente a los mineros los servicios prestados para "restablecer el orden", con centenares de ciudadanos apaleados. Petre Roman marcó aún más su distanciamiento del llamamiento a los mineros de lliescu con una visita a los estudiantes, principales víctimas de aquéllos.

Roman, ante las exigencias de los estudiantes de que presentara su dimisión, se mostró dispuesto a hacerlo, pero prometió que, como primer ministro, está dispuesto a abrir una investigación que permita castigar a los culpables de los abusos cometidos la semana pasada en Bucarest por los mineros.

También visitó a los estudiantes el nuevo ministro del Interior, Doru Viorel Ursu. El Gobierno pidió cooperación a los intelectuales y estudiantes para establecer un marco de confrontación de ideas en el país que no sean las manifestaciones callejeras violentas, para evitar que actos como los de la pasada semana puedan reproducirse. Ion lliescu, en cambio, había pedido "mantener y desarrollar este espíritu de combate para hacer frente a los elementos desclasados, degenerados y fanáticos".

Mientras, se fortalecen los indicios de que los asaltos contra el Ministerio del Interior, jefatura de policía y sede de la televisión fueron una acción provocada por agentes de una de las facciones del aparato del régimen. Al agente de Interior muerto tras ser herido mientras incendiaba su propio ministerio se une la presencia del coronel Mihal Lupoi, que fue visto en este asalto y ha reconocido haber estado allí.

Oscuros manejos

Lupoi niega haber agitado a la masa para "matar 10 policías cada uno" y asegura que "quería mantener la calma". El coronel, que fue ministro de Turismo algunas semanas después de la revolución, dimitió y causó baja en el Ejército.

Nadie fuera del círculo de los conspiradores sabe a qué fuerza obedecían cuando manipularon

la manifestación estudiantil. Aunque el Gobierno insiste en su comunicado, como Illescu, en que fueron 'Tuerzas fascistas", parece ya evidente que una de las facciones quería derribar a la otra antes de la creación del Gobierno electo.

Los graves incidentes de los días 13 y 14 provocaron la llamada de lliescu a los mineros y una oleada de detenciones que no ha concluido. El Gobierno citaba el sábado 1.021 detenciones. Ayer eran muchas más. "Ahora están investigando con denuncias de civiles, fotografías y vídeos", según un periodista rumano. Cinco periódicos de Bucarest no salen a la calle. Los mineros han amenazado de muerte a los trabajadores de las imprentas.

El balance de cinco víctimas mortales publicado por el Gobierno ha sido superado por la realidad. Fuentes médicas confirmaron ayer que esperan más muertes, ya que varios hospitalizados tienen órganos reventados por los golpes de los mineros.

En Timisoara, varios miles de personas conmemoraron ayer el comienzo de la revolución, hace seis meses. No se habían producido incidentes a la hora de cerrar esta edición, si bien por la ciudad circulaba el rumor de que los mineros habían decidido acudir a Timisoara para repetir su actuación de Bucarest. Pocos creen que lliescu vaya a repetir su llamamiento al sector más primitivo y brutal. del país para aplastar a sus conciudadanos. Algunos intelectuales de Bucarest creen que este error puede costarle el poder. De acudir los mineros a Timisoara, odiada por ellos como centro intelectual, el Ejército podría verse obligado a defender a la población disparando contra los enviados del presidente. Ésta es sólo una de las hipótesis para el comienzo de una guerra civil, que muchos rumanos ven muy cercana.

Primer ministro

Ante la nueva sesión del Parlamento, que deberá designar hoy al primer ministro para establecer el Gobierno que sustituya al actual, instituido como provisional tras la revolución, la tensión en Bucarest es máxima. Ayer las calles estaban prácticamente desiertas y, aparte de policías con fusiles Kaláshriikov y porras, circulaban ya en automóvil las patrullas móviles anunciadas por Iliescu hace dos días.

Medios Políticos consultados por EL PAIS manifestaron que el conflicto entre Illescu y Roman ha estallado ya y que la ruptura entre el presidente y el Ejército parece irreversible. "Puede pasar cualquier cosa.

Ni Illescu ni Roman ni Stanculescu, saben por dónde trascurre el frente de la división. Nadie sabe si el otro está con o contra uno mismo. La posición del Ejército, dirigido por el ministro de Defensa, Víctor Stanculescu, parece cercana al Gobierno.

El poder político, policial y militar en Rumania ha entrado en un grave conflicto interno en el que todo es posible. "Mañana podemos tener un Gobierno militar, una guerra civil o un estado de parálisis política en la que nadie puede tomar decisiones. Entonces tardaremos más, quizá unos meses, en ver salir a la gente a la calle", agregaron las fuentes citadas.

Mientras, las manifestaciones regresan a Bucarest. A pesar de que en la madrugada de hoy la plaza de la Universidad fue reabierta al tráfico tras retirarse parte de los estudiantes, sin violencia alguna, aunque unas 300 personas permanecían en la plaza.

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