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El pulpo represor

Todos los brazos de este gran pulpo que es el aparato policial rumano, heredado del régimen de Nicolae Ceausescu, se han puesto en movimiento para aplastar a sus adversarios, dentro y fuera del Gobierno, la policía y Ejército.

El presidente Ion lliescu ha criticado duramente la pasividad del Ejército cuando el Ministerio del Interior era asaltado, y ha anunciado la creación de una Guardia Nacional que sea leal, con lo que acusa implícitamente a policía y Ejército de deslealtad al jefe del Estado.

El Gobierno, por su parte, critica la "actitud dubitativa ante la decisión de intervenir" y "falta de aplicación de órdenes militares". La "descoordinación" que denuncia el Gabinete "entre policía y Ejército" creó "la confusión y el pánico entre las fuerzas policiales". Éstas huyeron despavoridas el pasado miércoles ante una manifestación en la que una vanguardia obedecía a consignas preestablecidas.

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Los acontecimientos de la pasada semana y la tensa calma que ayer se respiraba crean la sensación de que en los próximos días o semanas se jugará el futuro de Rumania como país en transición a la democracia, como dictadura militar de corte nacionalista o como Estado en descomposición social y económica.

Mientras, la Securitate (antigua policía política) funciona a plena marcha. Estudiantes e intelectuales participantes en actos de la oposición están siendo detenidos ininterrumpidamente.

El líder estudiantil Marian Munteanu, aún en la unidad de cuidados intensivos del hospital de urgencia de Bucarest, había convocado ayer a varios periodistas. Cuando llegaron vieron que la policía había cerrado el acceso. "Dicen que han recibido amenazas de muerte contra Marian y que están aquí para protegerle", dice su mujer que añade: "Están aquí para que no hablen ustedes con él. En la UCI estaba seguro bajo la vigilancia de los médicos. Ahora ya está fuera de peligro. Y es ahora cuando temo por su vida cuando sea trasladado a una sala común a la que cualquiera tiene acceso".

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