Adiós a la verbena de los Stones
Músicos y público se encontraron más acá del pasado y del mito
El cuarto concierto de los Rolling Stones en España, segundo en Madrid, siguió la norma de este tipo de macroconciertos y resultó prácticamente idéntico a sus antecesores. Se repitió el lleno en el Vicente Calderón, pese a la coincidencia horaria con el partido de la selección española de fútbol, y también se repitieron la mayoría de las canciones. La coreografía y los efectos especiales no variaron en lo más mínimo.
A las 10.30 de la noche, 60.000 personas volvieron a vivir la misma ceremonia del día anterior. Mike Jagger cambió su levita verde por una roja, pero mantuvo el sermón inicial a los reunidos, que tan buen resultado le había dado 22 horas antes: así llegaron, de arrancada, Star me up, Sad sad sad, Harlem shuffle y Tumbling dice.Reencuentro
El público que accedía por vez primera a un concierto de los Stones estuvo en el papel enfervorizado que le corresponde en un trance así, que no es manjar de todos los días. Pero, en la tercera canción, los asistentes de la noche anterior notaban ya una ligera mejora del sonido.
Los Stones habían ganado en pegada y, con ella, también en Jeefing. Este pequeño matiz contribuyó, de forma decisiva, a que músicos y público se mostraran menos fríos que en el concierto precedente y, por tanto, más y mejor dispuestos a transmitir y recibir, repectivamente.
Se estaba olvidando el mito (de los conciertos de 1982. Las dos partes habían perdido el miedo al reencuentro, como dos enamorados que han sufrido una separación de ocho años y no saben si todo va a volver a ser como antes.
"Ésta es una buena canción para darse un beso", dijo Mike Jagger en castellano para presentar su interpretación de Ruby Túesday, justo el momento en que la noche antes había saludado en español a la gente de Madrid.
Unos minutos después, entre los temas Rock and hard plays y Afixed emotion, volvió a saltarse el guión y se-convirtió en cronista deportivo de lujo: "Corea, 1; España, 3", informó al público.
Después todo siguió su curso para neófitos y veteranos, y por supuesto, para los músicos, y la verbena madrileña de los Stones se cerró tras 119 minutos de música.
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