Zulema: "La corrupción es total"
El 'culebrón' de los Menem mantiene en vilo a toda Argentina
El culebrón de los Menem, difundido a todo el país por las cadenas privadas de radio y televisión pero mantenido en un discreto segundo plano dentro de los programas informativos de las cadenas del Estado, dejó el martes a millones de azorados espectadores argentinos en suspense: él, Carlos, presidente de Argentina, volvió a ocupar la residencia destinada a los jefes de Estado, pero ella, Zulema Yoma, montó un escándalo público.
Zulema pretendía demostrar que le impedían por decreto el ingreso a la residencia privada del presidente, una inmensa finca en el barrio residencial de Olivos, de la que fue desalojada el lunes por la noche.La escalada de insultos y acusaciones de ella y sus hijos Zulemita María Eva, de 19 años, y Carlitos Facundo, de 23, hacia él se inició por la tarde cuando ella, Zulema, y sus abogados, su portavoz, su secretario y su asesor íntimo, Jorge Mazuchelli, se dirigieron en caravana desde el elegante barrio norte de la capital-federal hacia Olivos.
"Síganme", gritó uno de ellos a los periodistas como si parodiara aquel "síganme, no los voy a defraudar" con los que él, Carlos, cerraba sus mítines durante la campaña electoral. La fila de coches, unidades móviles de la prensa, taxis, microbuses, se estacionó frente a una de las entradas laterales de la quinta presidencial y fue entonces cuando el brigadier Andrés Antoniette, jefe de la Casa Militar de la Presidencia, les impidió el acceso "por orden" del jefe del Estado.
Carlitos -como llaman los periodistas al hijo varón del matrimonio-, que se había pasado la noche del lunes en Olivos, le confirmó a su madre que un comando militar había allanado sus oficinas y requisado los papeles. Ella, Zulema, apretujada por la prensa, gritó entonces: "La corrupción es total", y le acusó a él, Carlos, "de destruir una familia por decreto". Con su boca grande abierta en una sonrisa que parecía una mueca nerviosa, ella, Zulema, pedía a los periodistas que no la empujaran: "¡Van a escuchar como es debido! Estamos dan do una imagen lamentable al exterior. ¡Qué triste es esto!" Carlitos salió de la quinta al volante de un Jaguar rojo, se acercó y abrazó a su madre, que no subió a su Renault 18, gris, hasta que recibió la orden de los abogados, encargados a su vez de demostrar que "les negaron el ingreso al hogar conyugal".
El hijo, Carlitos, que ha actuado de intermediario la pasada semana, comunicó entonces a su madre que él, Carlos, volvería a Olivos con ella, Zulema, y no encontraba explicación al cambio de planes, para él sorpresivo: "Lo que sucede es que le llenan la cabeza, lo rodean y lo tienen dominado". Él, Carlos, nada dijo en toda la tarde.
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