El placer de ver bailar

La compañía de Víctor Ullate presentó su segundo programa de estreno en Madrid ante un público no tan numeroso como cabía esperar, pero que se rindió ante el entusiasmo y oficio que desprendía la escena. El conjunto, sin un solo fallo visible, liberó el caudal de energía que su técnica permite. La elasticidad, el control de la línea y la soltura de sus movimientos, tuvieron una dedicación tan exclusiva a ser vehículo de transmisión, que el placer de verlos bailar fue completo.Abrió el telón For a closed friend, la pieza con que Jan Linkens ganó el primer premio de coreografía de Colonia en 1983. La superación del clasicismo y la ruptura de la armonía producen una atmósfera imponente en esta obra, a medio camino entre la visualización de la música y la expresión formal de los sonidos desarticulados. Tiene momentos de gran belleza (con juegos rápidos de pies y rupturas de las formas y de la verticalidad) en los que una vez, más se constata que el estilo holandés es una

realidad, tiene un abecedario básico del cual parten todos los coreógrafos -una técnica clásica liberada de su rigidez y de su alergia a la tierra para conceder al espacio y la música sorprendente entidad física.

Después, Psicosis, de Ullate, una coreografía inspirada en el tema de Hitchock y realizada con la banda sonora de la película, que naufraga en el intento de recrear el mundo surreal psíquico del asesino. La flaccidez que desprende es, ante todo, producto de una pelea de intenciones entre el tema, la elección de estilo, y la ambientación tetral, hasta conseguir anular los aciertos parciales, como son las escenas de crimen, anunciadas por una madre-hombre trasvestido.

La última pieza retorna el estilo en el que esta compañía resplandece, el Before nigth fall que Nils Christie preparó para la ópera de París. El coreógrafo incide en el aspecto humano de la danza. Sabe producir emoción con el uso de la energía y coreográficamente se apoya en la expresividad acusada de brazos y tronco con formas muy originales. Los movimientos inundan el espacio y esto está plásticamente expuesto con gran belleza en el decorado de Keso Dekker.

Los bailarines están todos magníficos, aunque en la actuación del pasado martes habría que resaltar -como lo hizo el público con sus aplausos- la actuación soberbia de Ruth Maroto, una de las veteranas del ballet de Víctor Ullate, dominando su carácter 'sobre su cualidad de bailarina ligera y flexible.