Una 'tía'
La corrida del Conde de la Masa fue una tía, expresión de los críticos decimonónicos que reflejaba la presentación espectacular de una corrida de toros. La corrida tuvo, además de trapío, mucho respeto por delante; además tuvo casta, y la
mayor parte de ellos bastante genio. Con esos ingredientes, es lógico que el aficionado no se aburriera, aunque no hubiera faenas de muchos pases. Hubo en todo momento la emoción que aporta el toro de lidia.
Esta corrida se suspendió el 28 de abril por lluvia. Del cartel originario sólo quedaron los toros y Víctor Mendes. Después de ver la corrida, se explica que se cayeran del cartel Emilio Muñoz y Ortega Cano.
José Luis Parada tuvo el lote menos fácil. Especialmente el primero tiraba esporádicamente unos gañafones como para amedrentar a toreros más decididos que el sanluqueño. No sólo no lo toreó con brillantez, sino que la lidia que, sin duda, el toro tenía no pudo con él.
De la Masa / Parada,
J. A. Campuzano, MendesToros del Conde de la Masa (cuarto sobrero), muy bien presentados, encastados y de desigual juego. José Luis Parada: pinchazo, bajonazo (algunos pitos); media, descabello (silencio). José Antonio Campuzano: estocada (vuelta); estocada (ovación). Víctor Mendes: pinchazo, estocada, tres descabellos (ovación); media tendida, descabello (ovación). Plaza de la Real Maestranza, Sevilla, 9 de junio. Dos tercios de entrada.
El cuarto saltó la barrera de salida y alcanzó al veterano alguacilillo José Trigo, sin más consecuencias, afortunadamente, que el desgarro de la calzona. En la caída el toro se quebró una pata, y el presidente, sin obligación reglamentaria, optó por la devolución, con el natural regocijo popular.
En el sobrero, del mismo hierro, salvo dos buenos naturales, Parada no se confió pese a que el toro era más toreable.
José Antonio Campuzano consiguió dos estimables tandas con la derecha. Con la izquierda, los naturales carecieron de limpieza. Entró muy derecho y dejó una estocada hasta los gavilanes, lo que motivó la vuelta al ruedo. Con el quinto, José Antonio Campuzano no pudo. Lo muleteó sin mando ni temple y, sin embargo, lo mató también de una buena estocada.
Los garapullos
Víctor Mendes brilló en el tercio de banderillas de su primer toro. Una de las más felices actuaciones con los garapullos que le hemos presenciado. Mucho menor lucimiento tuvo este tercio en el sexto. Inició su faena al tercero con un buen trincherazo para continuar con gran lentitud y temple toreando en redondo. Cuando el diestro se echó la muleta a la izquierda, el toro ya se había parado.La faena al sexto tuvo emoción, ya que no brillo. Se peleó el portugués con espartano valor con un toro que no cesaba de embestir, pero llevaba la cabeza como si fuera una devanadera. Se jugó el pellejo y el público reconoció el singular mérito de tan gallarda lidia.
Babelia
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