La crisis con India y la violencia étnica cercan al Gobierno de Pakistan
El Gobierno de Benazir Bhutto, la única mujer al frente de un país islámico, atraviesa la mayor crisis desde que ganó las elecciones libres de diciembre de 1988. Amenazada en el exterior por una guerra con India y en el interior por un violento enfrentamiento armado entre las dos etnias que habitan la provincia de Sind, Bhutto, criticada por el Ejército y su propio partido, se encuentra entre dos fuegos.
La crisis que vive el país ha afectado incluso a la cohesión del gobernante Partido Popular de Pakistán (PPP). Algunos de los más destacados miembros del PPP han criticado la "apatía" con que la Administración ha encarado el problema étnico, que ha dado lugar a una matanza de la población civil por la policía.Las consecuencias de la actuación policial en Sind son dificiles de calcular porque por una parte han despertado en muchos paquistaníes la vieja convicción de que sólo los militares saben llevar el país con "fuerza y sabiduría", y por otra, porque Islamabad, que ha desempeñado ante la opinión mundial el papel de defensora de los derechos humanos de los cachemiros violados por Nueva Delhi, ha perdido ahora gran parte de la credibilidad de que gozaba.
Nadie duda que los males que enfrenta el Gobierno, desde la crisis económica a la exacerbación de los nacionalismos, pasando por una corrupción rampante, son heredados de la dictadura del general Mohamed Zia Ul Haq. Lo malo parece ser que el PPP ha heredado también una forma de gobernar en la que se desprecia el consenso.Al no obtener el PPP la mayoría absoluta en el Parlamento -107 de los 233 escaños-, Bhutto se vio obligada a aceptar, para acceder a la jefatura del Gobierno, un papel compartido con el presidente Gulam Ishaq Jan y el jefe de las Fuerzas Armadas, general Mirza Aslam Beg. La falta de diálogo y la constancia de un triunvirato en Islamabad ha llevado a los jefes de Gobierno de las cuatro provincias paquistaníes a convertir en reinos de taifas sus dominios, debilitando el poder central. Incluso en Sind, la tierra natal de Benazir Bhutto y la única provincia en que el PPP tiene mayoría absoluta, los jefes locales han campado por sus respetos.
Fuentes diplomáticas consideran que actualmente no existepeligro de que el Ejército se incline por dar un golpe de Estado, pero entre los militares existe un claro descontento por la actuación del Gobierno. "Un país dividido es la mejor arma de un potencia¡ enernigo-, afirma el general retirado Sibiqui.
El Ejército, concentrado en una eventual guerra con India, se ha visto obligado a intervenir en Sind. Pero la constancia de que las dos etnias enfrentadas, sindis y mohajirs, confian en las Fuerzas Armadas refuerza su negativa a envolverse en la guerra sucia de limpiar esa sureña provincia de extremistas armados.
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