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FERIA DE SAN ISIDRO

Niño de la Taurina reaparece en Madrid

Robles y Ortega Cano se despiden hoy de la feria

El diestro Carlos Collado, Niño de la Taurina, que resultó cogido de mucha gravedad en su última actuación en Madrid, el pasado 8 de abril, reaparece hoy en el mismo ruedo donde fue herido. El de Santa Olalla (Toledo) ha sido contratado dos tardes, por lo que le resta todavía otra oportunidad, el lunes 4 de junio. "Pero como tengo que acelerar mi carrera pienso aprovechar ésta ya, no vaya a ocurrime algo", afirma con rotundidad. Hoy hace el paseíllo junto a Ortega Cano y Julio Robles, que se despiden del abono en esta su tercera tarde. Los toros pertenecen a la ganadería del marqués de Domecq.

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La recuperación de Niño de la Taurina ha sido muy rápida y el espada arde en deseos de volver al coso del que ya ha salido dos veces a hombros por la puerta grande cuando era novillero: "Creyeron que iba a tardar más en curar y me han puesto al final de la feria, lo que es un detalle muy de agradecer, pero los nervios por torear me comen ya, y no estaré tranquilo hasta pisar la arena".Unos nervios que asegura no tendrá en el ruedo porque, además de ser perjudiciales, siente el cariño de los aficionados: "Debe ser porque nunca rehuí venir aquí, donde, además, debuté con picadores".

El diestro, 20 años, ha abandonado ya las banderillas porque no se siente con ellas como con capote y muleta, aunque eso le reste la posibilidad de firmar algunos contratos en los carteles de matadores-banderilleros: "Pero hay que ser honesto, y si no estás a gusto, dejar que las pongan los subalternos, que suelen hacerlo mejor".

No oculta que el temor a un posible encasillamiento y también ha influído en su decisión: "En estas corridas, que reconozco son muy atractivas para el público, suelenn echar toros no muy acreditados, con lo cual los diestros sólo pueden lucirse en el segundo tercio y van perdiendo sus cualidades con capote y' sobre todo, con la muleta".

Añade que el sueño de su vida es llegar a transformarse en un espada completo en los tres tercios: "Es muy difícil, pero el camino que he elegido, dando la cara en Madrid y renunciando a banderillear me parece el más, correcto".

Confiesa que tras dos años de alternativa se encuentra ya maduro para rendir al máximo como matador de toros: "Al principio me costó un poco cogerles el aire a los toros, pero ahora me acoplo enseguida con casi todos".

Por eso buscará su tercera salida por la puerta grande, a lo que espera colaboren sus enemigos, que son de una ganadería muy de su agrado: "Aunque no los he pedido yo, porque ni tengo fuerza ni es mi estilo". Añade que si fue capaz de cortar oreja al peligroso toro que le hirió, con más razón debe repetirlo hoy. Niño de la Taurina es apoderado por Manuel Cano, de la empresa Toresma que regenta Las Ventas.

Reencuentro

Ortega Cano también hace referencia a la oreja que obtuvo en su primera actuación en el abono, el pasado día 17: "Psicológicamente me vino muy bien porque me reencontré con la afición de Madrid. Lástima que en mi siguiente actuación los toros no sirviesen".

El cartagenero, que lleva ocho corridas en lo que va de temporada, también quiere ampliar sus cuatro salidas a hombros: "A excepción de la feria de 1989, en las tres anteriores lo logré y como cada día soy mejor torero, debo conseguirlo esta tarde".

Aprovecha la conversación sobre este tema para poner de manifiesto que aunque él no se ha incluído en la guerra verbal de otros compañeros por ser el número 1 del escalafón, aspira a algo más importante: "No quiero ser el número, pero sí el mejor".

El diestro, al que apodera la propia empresa de Las Ventas, agrega que no puede fallar, por dos razones: "La primera, que también me gustan los toros del marqués de Domecq; y la segunda, que al ser festejo televisado quiero que vean en toda España el excelente momento que atravieso".

Son prácticamente las mismas razones que arguye Julio Robles, quien presume de que nunca tuvo una mala tarde con la presencia de las cámaras de televisión: "No sólo eso, sino que además siempre corté orejas y muchas veces salí a hombros. Por ello nunca he rehuido la televisión, de la misma manera que ellos saben que yo casi les garantizo el espectáculo".

Agrega que la plaza de Las Ventas es la que disparó su carrera y se encuentra en deuda con sus aficionados: "Máxime cuando por diversas circunstancias no he podido cuajar aún un tor a mi gusto esta eria". Su optimismo lo basa, igualmente, en su especial predilección por la divisa del marqués de Domecq, a cuyos toros se ha enfrentado en muchas ocasiones, la última de ellas en los sanfermines de 1989: "Esa tarde corté dos orejas y fue una de las que más satisfecho quedé en mi fuero interno. Ojalá se repita".

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