El apocalipsis según Sábato

Ernesto Sábato, el autor argentino de Sobre héroes y tumbas, describió anoche en Madrid "la brutal crisis en que estamos muriendo" En un tono suave, casi meloso, el escritor que se hizo responsable de las investigaciones sobre la guerra sucia de la pasada dictadura argentina, trazó, su panorama pesimista acerca de la crisis inacabable que vive el mundo y presentó un panorama desolador del que acaso sólo nos puede salvar el arte".

El autor argentino participó en la segunda de las sesiones del ciclo que como homenaje a su figura y la su obra ha organizado en su sede de Madrid la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, en colaboración con el Instituto de Cooperación Iberoamericana. El ciclo termina hoy con una conferencia de el autor de El túnel. El tema de ayer fue el de Los escritores y la ficción. Acompañaron a Sábato en la mesa que desentrañó este asunto los profesores Daniel Pageaux, de la Universidad de la Sorbona, y el helenista español Francisco Rodríguez Adrados, con quienes estaba el novelista José Luis Sampedro, quien se definió como "un escudero de Sábato". Moderó la mesa el periodista Eduardo Sotillos, a quien le habían robado en una cafetería el manuscrito de su presentación, que iba envuelto en El túnel de Sábato. Sotillos describió la reunión como "una tarde sabática", y el autor homenajeado la llamó "misa de cuerpo presente".Sábato, obsesionado por la oquedad del mundo, confesó que durante toda su vida ha escrito para no deshacerse. Él está convencido de que si Van Gogh, por ejemplo" "hubiera escrito novelas, se hubiera podido salvar de la locura y del suicidio". Defensor a ultranza de la paz y de "la justicia social", como el dice, Sábato está convencido de que dentro de todos nosotros habita un asesino. "¿Cómo se puede vivir la vida entera sin matar a alguien? Lo que pasa es que el sueño nos salva. El sueño impide la locura y el arte impide la locura colectiva".

Sábato cree que la diosa de la razón ha hecho del hombre un sujeto exento de instinto y de inconsciencia, lo cual le ha privado de una "totalidad que fue dividía con optimismo insano en nuestro mundo occidental a partir de la deificación del concepto puro".

Entre los enemigos del hombre de hoy, que lo precipitan al apocalipsis, el escritor argentino señala a la televisión y parafrasea a Carlos Marx para definir su malignidad: "La televisión es el opio del pueblo".

El acto constituyó una celebración de la palabra como elemento central de la poesía. Sábato cree que la prosa es "lo que una vez leído acaba con toda discusión"; mientras que la poesía es "algo que no se termina nunca de entender".

Austero de presencia y sobrio de verbo, Sábato arremetió al final contra los escritores, incontinentes que escriben palabras para no decir nada: ¿Para qué esa emisión constante de papel moneda? ¿Por qué esa tentación al papelerío que se va a llevar el viento de la historia? Malcom Lowrey pasa a la memoria litera ria con libro y medio, y Kafka no lo hace por mucho más". Sábato recomendó silencio, y a los que no le han leído les dijo que no hacía falta que lo hicieran. "A mi hermano Pepe [un importante fisico argentino] yo le quería muchísimo, y se murió sin leer un solo libro mío".