Que no, primavera
Cerca de un año debo de llevar tratando de darle a usted noticias de lo que pasa por acá abajo, o sea, ese sitio donde usted o yo no somos Fulano ni Mengano, no somos seres privados y reales (porque la Realidad ya sabe que nos la imponen desde Arriba, mientras que esto de donde le escribo yace o bulle por debajo de la Realidad), y donde, por esa misma ausencia de Usted y Mí, puede que haya algo mejor que Usted y Yo, algo que sea pueblo y razón de cualquier política que no sea un engaño del pueblo y administración el(muerte; y no sé si, con tantos pocos, habré acertado a tocarle en alguna tecla que le haga entrar en dudas eficaces sobre las ideas con que usted se mantiene y constituye, manteniendo y constituyendo de paso al Estado y al Capital. Más bien dudo yo de tal eficacia de las palabras, por más populares que quieran sonar ellas, y de que pueda uno tocarle tales teclas: es uno tan poca cosa...Es uno tan poquita cosa precisamente porque es demasiada cosa como uno; es uno tan miserable porque está siempre harto rico de su propia personalidad; pocas son las fuerzas que uno tiene para esta guerra porque es uno demasiado fuerte como Zutano, como Individuo de la Masa de Individuos (y a ver si no eres fuerte, camarada, que te comen, que es la Ley de la Competencia, ya lo sabes); es uno tan ignorante y ciego porque sabe siempre demasiado, porque lo tiene todo visto, porque está seguro de que lo que ha viste) es lo que ha visto, y no hay más cáscaras; y no esté usté seguro, amigo, que ya verá dónde lo meten. ¿Verdá, usté?
¡Ah, si me lloviera alguna que me hiciera olvidame de Mí Mismo, y sin embargo, en vez de dedicarse a su vez a hacerme suyo, me dejara seguir hablando, con la gente, como gente! Pero se hace tan difícil seguir con este intento.. . Y más cuando el verano se adelante y se pone tan bueno el tiempo; porque es que la cosa se hace todavía más dura y negra y triste cuando se siente que la primavera sigue empeñándose en volver como si nada.
Viajeros
Y es entonces cuando se encuentra uno con que, pasando el tren por los encinares y peñascales de Guadarrama, la mayoría de los viajeros tapan las ventanillas para mejor ver el vídeo de policías pedorros y putas de policía que les meten, o para apacentar los ojos en las revistas policromas de señora, donde les cuentan bajo foto las decisiones que ha tomado una famosa promotora de chupetes acerca del tipo de ropa interior que llevará en la noche de su tercera boda. 0 te encuentras también con que, para celebrar la primavera que la sangre altera, no son muchas las chicas que se lancen a medio despelotar a retozar bajo los almendros ni siquiera a pasear perezosas husmeando las breves yemas y hojitas que trabajosamente entre los vahos de los autos les brotan todavía a los plátanos del bulevar, ay, no, sino que la inmensa mayoría de ellas se pasan la tarde con su mamá en los Grandes Almacenes, eligiendo lo que van a ponerse luego, cuando bajo la noche primaveral vayan a posar el culo, tan largamente macerado en espuma de sales, en la moqueta resudada de la discoteca. Y te encuentras asimismo con que, al prematuro anuncio de la primavera que ha venido y nadie sabe como ha sido, la primera idea que en consecuencia florece en la sesera de la aplastante mayoría de currantes y ejecutivos es la de lavar el auto para salir el Sábado a ver cómo va el chalecito que le están construyendo en la Urbanización de Entrepinreles, o si no, calcular si le dará de sí el Fin de Semana para aprovechar la oferta de la Agencia Pipirimundi para un vuelo de a dos al Caribe Sandunguero, hotel junto a playa incluido, y así estrenar de paso la cámara electromagnética que le han metido y traerse un buen vídeo de uno mismo en bermudas de diácono bancario y con a la vera azafata tostadita haciendo surf sobre las olitas del Nuevo Mundo, que para eso lo descubrió Colón. 0 tal vez la primavera, al insinuársele al alto ejecutivo de Dios por las cristaleras del vigésimo piso de la Torre King-Kong, le inspirará una idea (¡genial!) para un spot televisivo que, por medio de una discreta exhibición de liguero de la modelo publicitaria, convenza a la Gran Mayoría de que la oferta del 13,27% de interés es el punto más alto hasta donde una Banca honesta podrá arremangarse la falda nunca sin caer en lo prostibulario, y por tanto el medio más seguro de que V. dispone para disfrutar de la vida como Dios manda en esta primavera y en todas las de su futura jubilación.
Esto ha hecho de nosotros el Poder en su progreso, esta masa de obediencia personal y de opiniones personales es lo que el Administrador de la Muerte ha hecho de nosotros.
Pero no: de nosotros, no, sólo de la mayoría, siempre de la Mayoría. Y, según en las primeras de estas noticias me afanaba en contarle a usted, la Mayoría no es nunca todos nosotros, y es justamente el truco principal de Capital y Estado en sus formas democráticas progresadas ese de confundir la Mayoría con el Todos, pese a la evidencia de que no hay todos: que nosotros, aparte de ser Perengano y Fulanita y de ser, en conjunto, la Mayoría Democrática, somos también (si a eso se le pudiera llamar ser) algo más que queda por debajo y que por siempre se les escapa a los Administradores del Capital y Estado, o sea, de la Muerte.
Así que, en consecuencia, ni siquiera nos queda tampoco aquí disculpa para la pereza que con este adelanto del buen tiempo nos haría tan de buena gana mandarlo todo al cuerno (¿pa qué seguir arando en la arena?: ¿quién te paga el jornal, alma de Dios?) y largamos a tumbamos a la sombrita de unos fresnos y unos muros desmoronados donde yo me sé, que deben de seguir vivos todavía. Pero no hay disculpa, ay, porque nunca la mayoría es todos, porque nunca la muerte está perfecta, porque siempre hay algo que hacer, porque nunca está hecho todo.
Dominio
Hay que asomar por tanto una vez más a las planas de este benemérito Rotativo, que sigue floreciendo en primavera lo mismo que en otoño, y venir a decir otra vez que no, que es lo que el pueblo infatigablemente dice. Hay que decir hoy que no, que no hay paso al límite (¿lo entiende usted?), que eso del paso al límite es un truco, esencial para el servicio de las Matemáticas a la Ciencia que a su vez se desarrolla al servicio del Dominio: un truco para que lo siempre más y más o siempre menos y menos, pero nunca todo ni nunca nada, cosa intratable para los cálculos de la Banca y del Estado y de la Idea de la Realidad que la Física pone a su servicio, quede reducido de una puñetera vez a todo o nada (si tanto te me estás acercando siempre, niña, ¿no te da lo mismo haber llegado de una vez por todas?), para que así las sucesiones interminables vuelvan a convertirse en números manejables y la flecha llegue a su blanco sin perderse por el camino y se compute el tiempo de vencimiento correspondiente al interés que se ha fijado al pagaré, y en fin, la mayoría sean todos.
Pues bueno, no: por aplastante que la Mayoría te resulte, por más desoladora que parezca cada día la. estupidez impuesta por Capital y Estado, por más que el Señor apriete, que parece que ya, que ya te ahoga, por más evidencias que te cargue de cómo es de poderoso, sin embargo, nunca tienes razones de verdad para concederle el paso al límite: nunca la mayoría es todos, ni la estupidez total, ni el Señor todopoderoso.
Y si te desanima para la guerra el reconocimiento de lo miserable que es uno para hacer nada en contra, de lo poca cosa que uno es para presumir de que no está todavía del todo asimilado a Dios (esto es, Estado y Capital), pues bueno: por lo menos, para aliviarle del desánimo, esto hay que recordarle a usted: que no sólo no es todopoderoso, sino que ni siquiera es tan todopoderoso como Él pretende. Quiero decirle que, si bien los manejos y recursos de la Administración y de la Banca (y de la Ciencia a su servicio) son efectivamente milmillonarios y aplastantes para la gente del común, en cambio, no pueden ser demasiado sutiles ni inteligentes (la inteligencia, ya se lo tengo dicho, no es cosa de los Individuos ni las Personas Jurídicas o Sociales: es cosa del común), sino que han de ser relativamente simplones y torpes y fáciles de descubrir para los ojos de la gente que de abajo los examinen y de denunciar para las voces que se levanten de verdad de abajo.
Por ejemplo, considere usted el negocio del Automóvil: ¿no ve usted la torpeza y lentitud del Capital, que lleva 3/4 de siglo explotando ese negocio, imponiéndole a la gente los medios de transporte más inútiles, arrancando para ello vías de tranvías, arrasando campos y ciudades, cerrando ferrocarriles por el cansado cuento de la Falta de Rentabilidad, y que cuando esa explotación llega a extremos, por ejemplo en el atascamiento urbano, que corren el peligro de hacerla evidente hasta para la Mayoría, siguen incapaces de mudar ágilmente de inversiones (como están, tardíamente, las Empresas de explotación del vicio de fumar, cuando ese vicio por obra de la Ley del Tiempo ha entrado en decadencia, mudándose a otras inversiones, en Inmobiliarias, en Editoriales: qué más da, si para el Dinero las cosas son indiferentes y se anulan en el Dinero mismo), sino que siguen todavía un decenio y otro queriendo explotar aún el mismo filón agotado, abriendo todavía tunelitos para alivio del tráfico y gastándose millonadas en convencer al personal de que ha salido todavía un auto nuevo? ¿Le parece a usted que eso es un comportamiento de mercachifles verdaderamente listos? 0 bien, ¿cree usted que un montaje como el del '92 revela una astucia clarividente, con la imposición gigantesca del Alta Velocidad, con un despilfarro, con el Plan de una Sevilla nueva de hangares y supermercados culturales (¡Dios la coja confesada a la ciudad de Sevilla que quedaba aún coleando!), todo ello en nombre de un Mañana en el que se sabe que mañana no va a poder creer ni siquiera la Mayoría? ¿O le parece a usted una prueba de vitalidad y astucia por parte de Estado, Capital y Prensa, eso de que se hayan tirado 3 o 4 meses viviendo de la explotación de un comadreo decimonónico sobre negociejos de parientes de caciques, sin haber hallado en todos esos meses otra historieta para recubrir y desviar la atención de la gente, como deben, de los verdaderos negociazos de Capital y Estado, aconchabados normalmente, y no de cifritas de 8 o 9 ceros de nada, sino (le 12 o 15 ceros; y no, que han tenido que seguir insistiendo tanto tiempo en el mismo truco, hasta correr el peligro de aburrir incluso a la Mayoría y no poder ya engañarla, por la propia hartura del engaño?
Explotación
Un Estado y Capital que ese ve obligao a recurrir a procedimientos de explotación tan pueriles y groseros y abusar de los mismos, sin ninguna revocación, durante meses y durante lustros ¿no le: está revelando a usted que quien es tan torpe para la mentira, por aplastante y mortal para, la gente que resulte, no puede ser tan omnipotente y omnisciente como pretendía?
Pues ya ve usted: eso tenemos de consuelo y de vislumbres para sacudirnos el desánimo de la guerra. Y todavía lo mejor: que es que Ellos, los Ejecutivos de Capital y Estado, tienen que creérselas Ellos mismos antes que nadie, para hacérselas creer a la Mayoría, todas esas estupideces del Mañana, y la Sociedad; tienen que mantener, los primeros, esa fé, simple y torpe, en una Idea de Futuro (le la Humanidad, que sostiene y justifica los cotidianos crímenes contra el pueblo a los que Ellos sirven de instrumento.
Y esa necesidad de fe de los Ejecutivos de Dios, eso es también una debilidad (Ellos se creen asimismo que es la Fe lo que sostiene la Empresa, y así es para Ellos y su Empresa; pero acá abajo tenemos que contentarnos con una cierta confianza "en que no será verdad / nada de lo que sabemos"), y esa debilidad de tenerse Ellos que tragar su propia mentira los primeros nos da también a los otros algo de aliento para esta guerra interminable. Así que ya ve usted que no hay razón para cansarse; que ya pasará la falsa primavera, y vendrán las lluvias y el verano; y si no vienen a su tiempo, nos da lo mismo; y siga usted mandándome señas de los que piense que andan, por acá abajo, más o menos, en esta falta de sumisión al Señor, Capital y Estado que nos toca, y por consiguiente, malagusto cada uno consigo mismo; que con ésos, que no serán nunca la mayoría (pero tampoco ninguna minoría, que es lo mismo: porque la gracia de: esa gente está en que, como son más o menos, no pueden contarse), con ésos seguiremos haciendo lo que se pueda, y por lo pronto, hablando, tratanto de dar con el lenguaje común del pueblo, que es lo más a mano y desengañao que puede hacerse.
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