Muere Paulette Goddard, la heroína de 'Tiempos modernos'

Paulette Goddard, estrella del Hollywood de los años treinta y cuarenta y famosa protagonista de Tiempos modernos, además de esposa de Charles Chaplin, falleció ayer por "causas naturales", según el parte médico, en la localidad suiza de Porto Ronco, donde vivía en la casa que compartió con su último marido, el escritor alemán Erich Maria Remarque.

Como corresponde a una estrella mítica del cine, su edad era un misterio. Unas enciclopedias de cine señalan que nació en 1911, mientras que otras hablan de 1915. Pero, según el Ayuntamiento de la localidad de Ascona, tenía 85 años.Lo que sí no es un misterio es que Paulette Goddard nació en Long Island, Nueva York, y fue chica de coro a los 14 años con el rey del music-hall, el todopoderoso Ziegfeld; tuvo una agitada vida sentimental: nada menos que cuatro maridos; y, sobre todo, desde que Chaplin la convirtió en la sufrida protagonista de Tiempos modernos, en 1936, su carrera cinematográfica fue meteórica.

Su filmografía incluye títulos y directores del calibre de: Calles de la ciudad, de Robert Mamoulian, (1931); The kid from Spain, de Leo McCarey, (1932); Escándalos romanos, de William Tuttle, (1933); Kid Millions, de Roy Del Ruth, (1934); La mujer, de George Cukor, (1939); Los inconquistables, de Cecil B. DeMille, (1946); o Del odio nació el amor, del Indio Fernández.

Pero sus trabajos más imperecederos fueron, además de la citada Tiempos modernos, otra película que hizo con Charles Chaplin, El gran dictador, en 1940, y el Diario de una camarera, rodado por Jean Renoir en Estados Unidos el año 1946.

La estrella, que era destacada por la crítica de la época por su "acusada personalidad, grata presencia y elegancia interpretativa", fue capaz de actuar con registros muy variados.

Gracias a esta versatilidad, pudo formar parejas con actores tan diferentes como Bob Hope, James Stewart, Fred McMurray, Fred Astaire y Ray Milland. Lo mismo encarnaba a una bailarina que a una espía en un drama bélico.

Su frustración

Paulette Goddard ha pasado a la historia del cine por todos estos títulos importantes aunque, sin embargo, no pudo ver hecho realidad el más dorado de sus sueños como actriz: encarnar a Scarlett O'Hara, la heroína de la novela de Margaret Mitchell Lo que el viento se llevó.Paulette, como varias divas de la época, fue rechazada para el papel por el tiburón Selznick, en beneficio de Vivien Leigh.

Pero éste fue uno de los pocos hombres que la rechazaron en su vida. Su historia sentimental oficial comienza en 1927 con el magnate Edward James, de quien se divorció dos años después.

Luego vino la relación que cambió su carrera cinematográfica: Charles Chaplin. Paulette Goddard y Charlot estuvieron casados de 1933 (la boda se celebro en secreto) a 1942.

Dos años más tarde, la actriz desposó a su colega Burgess Meredith, que produjo con Jean Renoir Diario de una camarera. El matrimonio duró cinco años.

Su último marido fue el escritor Erich Maria Remarque, autor de la pacifista novela Sin novedad en el frente. Se casaron en 1958 y seguían unidos cuando él falleció en 1970.

Paulette Goddard heredó la Casa Remarque, también llamada Monte Tabor, a orillas de un lago, en el cantón suizo del Ticino, cerca del domicilio de la escritora Patricia Highsmith.

Desde la muerte de su marido, Paulette Goddard hacía poca vida social en la localidad, pero recibía a menudo a amigos y realizaba espaciadamente algunos viajes.

La actriz se había retirado del cine en 1954, cuando protagonizó The stranger came home, del especialista británico en el género terrorífico y draculino marca Hammer Terence Fisher, y desde entonces únicamente hacía aisladas funciones de teatro y televisión.

En 1988, el Festival Internacional de Cine de Locarno la recordó con un documental titulado Homenaje a cinco estrellas, en el que se incluían secuencias famosas de su carrera.

Los últimos trabajos de la actriz fueron Gli indifferenti, de Francesco Maselli, en 1963, y The Snoop Sisters, un telefilme rodado en 1972.

Según el Ayuntamiento de Ascona, al que pertenece Porto Ronco, poseía una cuantiosa fortuna, y hace unos años vendió su más que notable colección de cuadros.