Janowitz y Mclnerney, la modernidad de Manhattan
Tama Janowitz -que hablará en Barcelona el 25 de abril- y Jay MacInerney -que lo hará el 23 de mayo- representan dos aspectos de lo último de Nueva York. La manera más rápida de etiquetar a Tama Janowitz (San Francisco, 1957) es calificarla de alumna aventajada de Andy Warhol. Podría decirse que es una versión norteamericana de Alaska (o al revés). Ha hecho publicidad (anuncios de Amaretto y, de Rose's Lime Juice) le gusta lucir se faceta de tigresa -Warhol admiraba su pelo encrespado- y presenta sus libros con espectáculos extraliterarios.En diciembre de 1984, The New Yorker le publicó Esclavos de Nueva York, un relato que habría de dar nombre a un libro de éxito (Anagrama) y, que la lanzó a la fama. La fauna del libro es lo suficientemente moderna y, manhattaniana para que Warhol pensara en pasarla al cine, pero quien lo hizo fue, sorprendentemente, James Ivory, un devoto de Henry James y E. M. Foster, nada sospechosos de superficiales modernidades.
Tama ha escrito dos novelas -American Dad (1981) y Un caníbal en Manhattan (Anagrama)- El caníbal de Tama trata del aterrizaje de un salvaje en Nueva York y de su contacto con los manhattanianos. Una especie de Cocodrilo Dundee para adultos y con carné de modernidad.
Otro portavoz del Manhattan de ahora mismo, aunque con mayor talento literario, es Jay Mclnerney (Connecticut, 1955), genuino representante de los night club writers y dueño de un estilo propio, ágil, que le ha convertido en auténtico triunfador frente a los muchos que han intentado imitarlo.
Mclnerney saltó pronto a la fama, cuando tenía 29 años, en 1984. Antes, se había graduado en la universidad de Princeton y, gracias a una beca, había pasado dos años (1977-1979) en Japón. De la estancia japonesa nació Ransom (1985), novela con ecos de beat generation que trata de un joven norteamericano que se enfrenta al padre y se larga a Extremo Oriente.
Antes de Ransom, sin embargo, Mclnerney publicó su gran éxito, Noches de neón, novela en la que el personaje central desfila por bares de moda de Manhattan arrastrando un sentimiento de culpa y con las narices rebosando cocaína. Después vino Historia de mi vida (1988), novela, escrita en tono coloquial, en apariencia superficial, pero, representativa -a través de la desorientación de una chica de 20 años- de la decadencia de Manhattan.
En 1989, Mclnerney conoció a Raymond Carver, quien le recomendó que cambiara la movida neoyorquina por la universidad de Syracuse. Habrá que estar atentos al próximo producto de McInerney. La mezcla de su mundo con el estilo Carver puede ser explosiva.
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