Batalla final por la 'reforma' del Estado argentino

La batalla final por la llamada reforma del Estado argentino ya comenzó. El presidente, Carlos Menem, embistió el martes contra los sindicatos y dirigentes de su partido que se oponen a la venta de las empresas públicas y aseguró que el Gobierno tiene su propio "plan de lucha".Esa misma noche declaró ilegal el paro de los ferroviarios y formuló advertencias a los gremios de maestros, empleados de Telefónica y de la Administración pública, que se mantienen en conflicto.

La ofensiva de Menem cuenta con el apoyo de todos los medios oficiales de difusión y con las cadenas de televisión traspasadas a grupos económicos privados. El polémico periodista Bernardo Neustadt, que tiene espacios pagados por su propia empresa productora en radio, televisión y periódicos, es el principal promotor de una manifestación "a favor del Gobierno y prevista para hoy. El presidente Menem dijo que no hablará ese día desde los balcones de la Casa Rosada y pidió a los organizadores que el acto sea "por Argentina y no en apoyo del Gobierno".

Entre los Firmantes de los anuncios que publican los periódicos para convocar a la llamada marcha del SÍ aparecen destacadas figuras del deporte argentino, como el cinco veces campeón mundial de automovilismo Juan Manuel Fangio, actual presidente de la Mercedes Benz en Argentina, y dirigentes de diversos sectores sociales, como el presidente de la Sociedad Rural, Guillermo Alchourrón.

Artistas, altos cargos de la Administración, portavoces de la derecha conservadora, periodistas famosos durante la dictadura militar y notables del todo Buenos Aires se mezclan debajo de un texto titulado: Los que queremos el cambio. En un anuncio que habla de "ellos" -los que dicen no- y de "nosotros, los que decimos Sí".

La tensa calma de los mercados financieros, donde la cotización del dólar se mantiene estable desde hace un mes, y la reducción de la inflación -95% en el mes de marzo- a un porcentaje inferior al 30% en abril alentó al Gobierno a forzar aún más el ajuste económico. Pero en las grandes ciudades se perciben ya los devastadores efectos de la brutal recesión.