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Canciones para la independencia

Namibia festejó su libertad con un concierto de 12 horas de duración

ENVIADA ESPECIAL Jazz de las townships, ritmos maribikuela, rumbas de la costa occidental africana, reggae, pop, heavy metal y rock and roll europeo. Blancos y negros de todas las tribus, juntos en el escenario y en las gradas. Fue el mayor acontecimiento musical de los últimos dos años en África austral, un recital maratoniano de 12 horas con el que culminaron el pasado fin de semana los festejos de la prociamación de la independencia de Namibia.

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Desde primeras horas de la mañana, la multitud se dirigió a pie, a falta de otros medios, desde los barrios populares, situados al norte de Windhoek, hacia el estadio, situado en el extremo opuesto, en plena zona blanca. Numerosos jóvenes habían llegado la noche antes desde Suráfrica para acudir al gran acontecimiento musical con saco de dormir y mochila sobre la espalda, listos piara acampar en el estadio tras un largo viaje en autoestop. Especialmente entre los blancos abundaban los atuendos de sabor hippy de los años sesenta. Pero junto a las largas melenas lisas y prendedores de grandes flores también abundaban los trajes tradicionales que aún visten varias tribus namibias.De todas las nacionalidades

Por primera vez se habían dado cita en Windhoek bandas de todas las nacionalidades. Algo insólito para los aficionados namibios y surafricanos, sometidos a las sanciones contra el apartheid en el terreno artístico. El escenario estaba flanqueado por los paneles que adornaron el gran recital en Londres para la liberación de Nelson Mandela y que reproducían unos dibujos del conocido pintor namibio John Muafangeyo en el que blancos y negros se dan la mano bajo un escrito que reza: "Esperanza y optimismo, a pesar de las dificultades". Entre las apariciones más pintorescas se hallaba la de un grupo soviético de San Petersburgo que, con las bendiciones de la perestroika, trajo a Windhoek sus canciones de amor y mensaje sobre la recuperación del pasado cultural. No tan comprendido por el público fue el grupo de heavy metal británico Crazyhead, cuyo líder, bastante desconcertado, declaró a este periódico: "No sé muy bien cómo llegamos aquí, pero estamos contentos por ello".

Pero la noche fue de los artistas africanos, como el rey de la rumba zaireña, Tabu Ley, espectacularmente flanqueado por las voluptuosas contorsiones de sus gogo-girls en traje tradicional. Los clamores de la multitud fueron principalmente para los grupos surafricanos, que fueron mayoritarios. La bienvenida a la independencia y el fin del aptartheid en la última colonia del Africa negra dio un tono político en los temas, saludos y escenificación de los artistas. Brenda Fassie, la reina indiscutible del pop de las townships surafricanas, protagonizó uno de los momentos más álgidos del recital. Vestida para la ocasión con los colores del ANC, el máximo movimiento de la lucha contra el apartheid en Suráfrica, su voz sobrevoló el estadio como un trueno para cantar A mi presidente negro, Nelson Mandela.

Encendidos

Los oyentes estaban encendidos. "¿Sabes de qué son estos colores?", preguntaba un surafricano mestizo a una compatriota blanca al extender sus puños cubiertos por cintas del ANC. "Suráfrica será la siguiente", gritaba otro miembro del grupo. Pero, como en la mayoría de los casos, la compatriota no sólo no demostraba ningún temor por la advertencia, sino que contestaba: "Claro que sí, Mandela-libertad". Al son de la música, muchas manos negras se juntaron con manos blancas. "Hace cinco anos, ni siquiera un roce hubiese sido posible", comentaba un estudiante namibio.

Tras 12 horas maratonianas, por fin hizo su aparición Ziggy Marley, la gran atracción del festival. "Suráfrica, ahora vamos a por ti", gritó, puño en alto, a la multitud enfervorecida, que le siguió al unísono en cuanto arrancó con los acordes de Mira quien baila ahora o Para conocer el futuro debes conocer el pasado, que inmortalizaron a su padre.

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