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Entrevista:

"La OTAN debe cambiar radicalmente"

Máximo Cajal, nuevo embajador ante la Alianza, opuesto a un retraso en la salida de los F-16 de Torrejón

Miguel González

Negociador del convenio defensivo con Estados Unidos, organizador de la participación de los militares españoles en las fuerzas de paz de la ONU y ahora embajador de España ante la OTAN, Máximo Cajal asegura que no es por vocación, sino por fatalidad, por lo que se ha convertido en diplomático político-militar. No tendrá ocasión de aburrirse, pues su llegada a la Alianza Atlántica se produce en el momento en que estrategias laboriosamente planeadas durante décadas han sido arrastradas por los vertiginosos vientos que soplan del Este.

Pregunta. En los últimos meses; se ha rumoreado que Estados Unidos, debido a los recortes presupuestarios impuestos por su Administración y a la nueva situación internacional podría pedir a España una moratoria en la retirada de los F16 de Torrejón que, según el convenio negociado por usted, deben irse antes de mayo de 1992.

Respuesta. España y Estados Unidos convinieron un plazo para la salida del Ala 401, tres años a partir de la entrada en vigor del convenio, que a mí me parece razonable y que obviamente fue aceptado por la otra parte. Qué duda cabe de que estamos en un escenario complejo y fluido, en el que es difícil hacer previsiones, pero creo que, desde el punto de vista de la opinión pública española, sería absolutamente inconcebible que Estados Unidos ni siquiera pretendiera un aplazamiento de la fecha.

P. España se ha pronunciado en favor del mantenimiento de la OTAN, pese a la práctica disolución del Pacto de Varsovia, tras los acontecimientos en el Este. No obedece esa actitud al furor del converso?

R. Yo creo que no. La postura del Gobierno español, coincidente con la de sus aliados, es que, hoy por hoy, la OTAN es un factor de estabilidad y sigue siendo el marco para preservar algo tan importante como la relación trasatlántica. También es evidente que la OTAN de los años cincuenta, sesenta o setenta está superada por los acontecimientos y que hay que hacer un notable esfuerzo de imaginación para adaptarla a las nuevas circunstancias. Eso no es tarea de un día, entre otras cosas, porque las circunstancias cambian velozmente. A corto o medio plazo, la OTAN tendrá que hacer un ejercicio de reflexión interna para adecuarse al nuevo escenario, tendrá que revisar sus doctrinas militares y, eventualmente, replantearse su subsistencia. A más largo plazo, no me atrevo a hacer vaticinios, pero desde luego, si se mantiene, deberá ser una cosa radicalmente distinta a lo que es hoy.

P. Se habla de convertir la OTAN en una organización más política que militar. Cabe preguntarse s 1 este camino no la llevaría a invadir competencias de la Comunidad Europea (CE) y si no estamos ante el típico caso de la burocracia que intenta perpetuarse o del órgano que crea su función.

R. Todo eso es cierto. Pueden darse varias contradicciones en este complejísimo proceso. España ha apostado por acelerar la construcción europea a doce. La Comunidad es el núcleo que hay que profundizar, también en los aspectos militares de la seguridad, actualmente excluidos. La unidad europea no será perfecta, en el sentido en que puede serlo una obra humana, sin ese componente defensivo. Mientras esta unión no sea perfecta, la OTAN debe mantenerse.

No cabe duda de que, al ampliar el componente político de la Alianza, podemos entrar en contradicción con la cooperación política europea. Ese es un hecho inevitable, porque si los doce, de los que once están en la OTAN, tienen vocación de hablar con una sola voz en política exterior, puede haber un choque de intereses con los puntos de vista de los Estados Unidos, que no tienen por qué coincidir. Hay otra posible contradicción en el hecho de que, al profundizar en la reflexión política, parece ev1 dente que Estados Unidos propenderá a tocar temas fuera de zona, fuera del perímetro perfectamente definido de la Alianza. Es muy cierto también que, en el seno de la OTAN, la burocracia tenderá a determinadas inercias, pero para eso está la voluntad política de los gobiernos, que deberá ponerles coto.

P. La reunificación de Alemania replantea el objetivo original de la OTAN: controlar el expansionismo alemán.

R. España ha respaldado la unificación alemana; el derecho del pueblo alemán a elegir su destino. En un marco más amplio, el futuro de una Europa en paz sólo es posible si se garantizan los legítimos intereses de seguridad de la Unión Soviética y demás países del Pacto de Varsovia. Cómo hacerlo es un problema muy complicado. A corto o medio plazo, quizás con una permanencia transitoria de fuerzas soviéticas en lo que hoy es la República Democrática Alemana. A medio plazo, no creo que sea impensable que el actual territorio de la RDA quede desmilitarizado. Se pueden extender las garantías defensivas de la Alianza a ese territorio, pero sin presencia militar de la OTAN y, me atrevería a decir que sin presencia del Ejército federal alemán. En el marco de las conversaciones de Viena, creo que habrá que caminar hacia una sensible reducción de las fuerzas militares en Centrocuropa y, desde luego, en una Alemania unificada. Serán necesarias también garantías jurídicas, a mi juicio no sólo políticas, de la inviolabilidad de la, fronteras, especialmente con Polonia.

P. Parece que lo único incuestionable es nuestra contribución militar a la Alianza Atlántica, actualmente en negociación.

R. Puesto que nos beneficiamos de una marco de seguridad común, debemos contribuir a él. Eso es lo lógico y lo que los aliados esperan de España. Así que hay que perfeccionar ese proceso, que está sin acabar, a través de los acuerdos de coordinación, derivados de las directrices generales. Las negociaciones van más despacio que la realidad, sobre todo una realidad que se ha disparado en los últimos meses, pero sería inconcebible que, a la vista de los acontecimientos, España suspendiera ese proceso porque, a medio plazo, la OTAN subsistirá y porque la amenaza, aunque se va diluyendo, no ha desaparecido. Además, los acuerdos de coordinación contemplan unas misiones que parece que, en un marco u otro, las Fuerzas Armadas españolas tendrían que realizar. Aunque sicológicamente se tenga la impresión de que ésto sería ocioso, yo creo que no lo es.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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