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María Joâo Pires: "El pianista es el médium"

La artista portuguesa, de gira por España, prepara una nueva grabación de las sonatas de Mozart

Andrés Fernández Rubio

Algunas biografías recogen que María Joáo Pires, de 46 años de edad, después de un descanso por razones de salud entre los años 1978 y 1982, volvió a los escenarios de Europa, Estados Unidos y Japón con gran éxito. La versión de la intérprete sobre aquel abandono es diferente: en una granja de Portugal en la que pasó cuatro años retirada del mundo dice que se dedicó a vivir. No se puso frente a un piano en todo ese tiempo. Por suerte para los oyentes, decidió retomar su carrera. La intérprete ha actuado el fin de semana en el Auditorio Nacional de Madrid, hoy tocará en Valencia, mañana en Madrid y más adelante en Bilbao y de nuevo en Madrid. "El pianista es el médium", dice.

Con motivo del bicentenario de la muerte de Mozart el próximo año, Pires está dedicándose a grabar la integral de las sonatas del compositor. El primer disco, ya en el mercado, ha sido recibido con entusiasmo. No tanto su aproximación a Schubert en otra de sus últimas grabaciones. Aunque nadie duda de su perfección técnica y de su musicalidad, Mozart parece ser quien la ha elegido."Un pianista es un transistor", dice. "El compositor tiene que crear la emoción, pero el intérprete lo que hace es tratar de transmitirla después de leer la partitura. La emoción la recibes de otra parte, y si tienes suficiente capacidad de concentración y eres capaz de vaciarte, viene a ti y sale de ti. La música es algo misterioso".

Dichas por Maria Joáo Pi res, estas palabras no inquietan; pueden interpretarse más bien como un rasgo de modes tia y generosidad, creíble des pués de haberla visto venir, tan pequeña, camino de la barra en el bar del hotel. Se sienta en uno de los taburetes, fuma pau sadamente, e inicia una conver sación, con voz dulce pero fir me, que acaba siendo el relato de una beneficiosa huida.

"En 1978", dice, "tuve un problema en una mano, nada grave, se curó ewun mes, pero aquello fue una buena excusa para dejarlo. Aparte de que tenía dos niñas pequeñas que cuidar, sentía la necesidad de dis tanciarme de mi carrera. Sé que me arriesgaba a, perderlo todo, pero no quería quedarme atra pada por el sistema. No quería esclavizarme, y creo -que lo he conseguido, porque trato de no comprometerine dernasiado".

Misteriosa lucidez

Pires. no pertenece,a esa clase de pianistas robotizados que practican durante horas y cuya técni.ca desborda pero suena helada. Se adivina a través de la energía que desprende que es alguien que conoce los resortes de la afectividad y el dolor humanos. Los críticos no ahorran elogios sobre su misteriosa lucidez como intérprete.

Un recuerdo le sirve para explicar que su técnica es mental, pero conectados los sentidos con los dedos de las manos. "En la granja no teníamos electricidad, sólo un casete a pilas aunque daba igual porque yo oía las sinfonías en mi cabeza, como si encendiera el aparato. Me paso el día practicando con la cabeza, trabajo mucho sobre Mozart así. Puedo incluso hacer dedos dentro de mi cabeza. Es un método como otro cualquiera... ".

Pires nació en 1944. Está divorciada. Tiene cuatro hijas y un nieto de cuatro años. Se retiró durante cuatro años. "Debe de ser mi número...", dice.

"Durante aquel periodo cuidaba a los niños, hacía los trabajos de la casa, trabajaba en el campo, amasaba pan, echaba de comer a las gallinas, cosas así", recuerda. "No, no creo que echara de menos los aplausos del público, no es lo que más me gusta. Allí lo que hice fue vivir, ni más ni menos. Lo interesante es la vida, mirar alrededor, tratar de descubrir cosas nuevas. El escen ario, que quizá sea importante, no lo es todo".

La decisión de volver a actuar dice que la tomó sin emoción: "A veces puedo ser muy fría. Llamé a un amigo de Suiza, que es agente, y le dije que si podía buscarme unos conciertos. Días después me avisó de que Rada Lupu había cancelado tres conciertos y que podría sustituirle tres semanas después. Me fui a Lisboa y pedí prestado un piano. Cuando me enfrenté a él seguía teniendo la cabeza fría. La primera semana no toqué más de media hora diaria, los músculos de mis manos estaban muy poco dispuestus. La segunda semana ya fueron tres horas al día y todo empezó a resultar natural. El primer concierto sí me produjo una fuerte emoción, no por estar de nuevo sobre un escenario sino por el enorme placer de tocar para la gente".

Grabación de Mozart

El programa con el que sustituyó a Lupu incluía un concierto de Mozart. Años antes, su grabación de la totalidad de las sonatas. del compositor recibió el premio de la Academia Francesa del Disco, el de la Academia Charles Cros y el Edison.

"Mozart encierra muchas cosas", dice. "Humor, risa, irreverencia, sensualidad, espiritualidad. Se está yendo siempre del mundo, se sitúa cerca de la comprensión del universo. Todo esto, al mismo tiempo, es lo humano, y así trato de que sea mi aproximación a Mozart, una gran mezcla de sentimientos contrastados".

Frente a la imagen tópica de los pianistas con dedos largos, Pires, como es pequeña, tiene manos pequeñas. "El tamaño depende del repertorio", dice. "En algunas obras de Liszt, o de Brahms, puede que sí necesites grandes manos. Hay repertorio para todos los tamaños. Por ejemplo, Chopin escribió para toda clase de manos, y yo puedo tocar casi todo de Chopin, incluso obras que a primera vista podrían parecerme inabarcables. Depende".

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