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Billy Wilder

Andrés Fernández Rubio

Con faldas y a lo loco (1959) y El apartamento (1960), son dos hitos en la filmografía de Jack Lemmon. Irma la dulce (1963) y En bandeja de plata (1966), son otras dos de las películas en las que fue dirigido por Billy Wilder."En muchos aspectos", dice Jack Lemon "sí es mi director favorito. Desde luego, es a quien le estoy más agradecido profesionalmente, por todas las películas que hice con él y de manera especial por Con faldas y a lo loco y El apartamento".

"Lo que me sorprende de Wilder no es sólo su gran talento", añade Lemmon, "sino el hecho de comprobar que a medida que las décadas, e incluso las generaciones, se han ido sucediendo, él, su estilo y su manera de ver la comedia y el drama, no sólo se han mantenido firmes frente a los tiempos, sino que se han colocado por delante de ellos".

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Lemmon explica el origen de Con faldas y a lo loco y de El apartamento: "Ambas, obviando el hecho de que eran películas del gran Billy Wilder, fueron recibidas por la mayoría de la gente del cine con escepticismo. Dudaban de que hubiese para ellas cualquier posibilidad de éxito. Pensaban que Con faldas y a lo loco era un sketch cómico de cinco minutos, con esos dos hombres, los personajes principales, vestidos con ropa de chica... 'Nunca...', dijeron. 'Olvídenlo... Es imposible que eso funcione. El nombre de Marilyn Monroe podrá ayudar pero realmente es una historia de cinco minutos, y eso es lo único que se podrá sacar de ella...' ¡Ufl Y se ha convertido en un clásico".

"Cuando se hizo El apartamento", prosigue Jack Lemmon, "tomaron el proyecto por una película realmente basada en el comportamiento de los ejecutivos de la ciudad, con asignaciones sexuales en el apartamento del personaje principal, 'Y él los va a dejar...', se decían. 'Dios mío, Jesucristo, ni Brecht hubiera hecho una cosa así. ¿Qué demonios le está pasando a ese Wilder? Y Lemmon, ¿se ha vuelto loco, quiere acabar con su carrera?' Lo interesante de ambos filmes es que son clásicos, con Billy en lo más alto de su poder como director y como escritor".

"También se empeñaron en decir que adónde pensábamos llegar con un título como aquél. '¿Qué apartamento? ¿De quién? ¿A quién le importa un apartamento?'. Y Wilder mantuvo su opinión, dictada por la experiencia, de que si una película funciona se puede llamar de cualquier forma. Creo que tenía razón; no creo que ningún buen filme haya muerto jamás a causa de un título".

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