Morreale y Escobar, premio Severo Ochoa por sus trabajos sobre el yodo y la subnormalidad
Los bioquímicos españoles Gabriela Morreale y Francisco Escobar del Rey recibieron ayer el Premio Severo Ochoa, en su quinta edición, en un acto en el que estuvo presente el premio Nobel español que da su nombre al galardón, patrocinado por la Fundación Ferrer Investigación, y dotado a partir de este año con tres millones de pesetas.Los dos investigadores forman pareja personal y profesional desde que se conocieron como estudiantes en la universidad de Granada. Empezaron en 1951 a trabajar en problemas relacionados con las glándulas paratiroides y tiroides, y a ello han dedicado su vida profesional en diversos centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Su trabajo ha sido ampliamente reconocido en el ámbito internacional.
De su trabajo se han derivado consecuencias prácticas que hoy en día ya no llaman la atención. Como recordó ayer Escobar, la existencia de sal yodada en los comercios para prevenir el bocio y las pruebas masivas a que son sometidos los recién nacidos en España para prevenir la subnormalidad derivada del hipotiroidismo congénito, son algunos de estos efectos prácticos.
En los últimos seis años Morreale y Escobar se han dedicado a estudiar los daños cerebrales debidos a alteraciones de la función tiroidea. Su equipo ha estudiado, por ejemplo, el mecanismo de transmisión por la placenta de madre a hijo de las hormonas tiroideas y ha establecido la necesidad de controlar el nivel de una de ellas, la tiroxina, durante el embarazo, para prevenir daños en el desarrollo cerebral del feto en caso de que su tiroides no funcione correctamente.
El ganador de la beca Severo Ochoa, concedida por la misma fundación y dotada con 1,5 millones de pesetas, ha sido José Manuel Barbanoj, que pretende continuar sus trabajos sobre la interacción fármaco-cerebro en las enfermedades psíquicas y llegar posiblemente a establecer las alteraciones neuroquímicas que las producen.
