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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Inocencia y juventud

Una tragedia poética no es algo corriente. Ésta la ha escrito Alberto Plou, que desborda inocencia y juventud por cada metáfora, y con ella ganó el Premio Castilla-La Mancha en 1989; el jurado lo formaban Paloma Pedrero, Santiago Paredes y Guillermo Heras, que ahora la manda representar en su Centro Nacional de Nuevas Tendencias (Sala Olimpia), con la dirección de Ernesto Caballero, muy acreditado -aunque sea, aún, para, minorías- y por una primera actriz joven, Maruchi León, que se reveló en El público.Lo que pasa y lo que se dice no va más allá de las buenas intenciones. La buena chica de la provincia que sueña con la ciudad se deja arrastrar por el joven rrialeante que la lleva y se hace su chulo. Hay otro más fuerte: que le navajea y se la guarda. Y el inevitable hombre bueno y redentor con el que ella va a emprender una nueva vida y que, a su vez, es víctima del navajero. Parece que, sin embargo, muerto a su vez el nuevo chulo por otro episódico, Irina se va; pero quedan las otras, irredentas, en el bar y en las esquinas del barrio. Que es, por cierto, un decorado bonito de Vicente Patón; dibujado, iluminado, de la misma manera que las películas expresionistas alemanas primitivas.

La ciudad, noches y pájaros

De Alfonso Plou, premio Castilla-La Mancha 1989. Intérpretes: Maruchi León, Mariano García, Soledad Palao, Miguel Foronda, Ana Malaver, Celia F. Bermejo, F. M. Poika, Vega León, Aurora Herrero Alberto de Miguel, Ismael Abellán. Director: Ernesto Caballero.Escenografía de Vicente Patón y Alberto Tellería. Vestuario de Eloy Martín. Centro Nacional de Nuevas Tendencias. Sala Olimpia, 25 de febrero.

Poesía total

El lenguaje es de poesía total. Es decir, que no hay palabra que se pronuncie en vano, que no hay voz que no entre en la literatura metafórica. Recordar, entre navajas y adjetivos e imágenes, a Lorca, es inevitable. Y al mismo tiempo deplorable. Porque se ve a qué abismos puede llevar una influencia mal sembrada. Inocencia y juventud: males que se curan.Queda una interpretación generalmente correcta, dificultada por lo que tienen que decir y hacer los actores; más elevada en Maruchi León, pero no menos víctima. Acogidos todos por una solidaridad juvenil y de busca de nuevas tendencias -que pueden caer en lo más antiguo y manoseado- que les aplaude.

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