Miente como respira
El escándalo Blaze se basa en la autobiografía de Blaze Starr titulada My life as told to Huey Perry, autobiografía o memorias que, si bien no han sido escritas o dictadas a esa edad en la que ya hemos perdido la memoria, si responden a otra de las características frecuentes del género: ocultar la realidad, intentar que los hechos sean, treinta años después, no tal y cómo realmente fueron, sino como nos conviene recordarlos y recordárnoslos. Blaze Starr era la estrella de un espectáculo de strip-tease cuando el gobernador de Louisiaría Earl K. Long se enamoró de ella. Él tenía 63 años y ella estaba en la veintena; él estaba casado, era un polémico personaje público aficionado a la demagogia populista: "Los tres mejores amigos que los pobres han tenido jamás son Jesucristo, Sears & Roebuck y Earl K. Long" solía afirmar en los mitines para presentarse políticamente ante el auditorio. Ella, la bailarina de clubes nocturnos, había nacido en plena Depresión y tuvo que empezar a ganarse la vida muy pronto sacando provecho de un físico exhuberante.La película es una comedia suave y tontorrona, con un par de pinceladas de grosería, rodada para glorificar a Blaze Starr y convertir su culo y sus tetas en monumentos nacionales dignos del mayor y patriótico respeto. El filme pasa de puntillas o tapándose los ojos ante todos los temas conflictivos y de verdad interesantes que se derivan del "escándalo": las auténticas ambiciones de miss Starr, las relaciones familiares de Long, el impulso autodestructivo que podía dirigir el comportamiento del estrafalario gobernador, el papel jugado por los nuevos medios de comunícacíón, etcétera.
El escándalo Blaze
Director y guionista: Ron Shelton. intérpretes: Paul Newman, Lolita Davi dovich, Jerry Hardin y Gailard Sartain. Fotografía: Haskell Wexler. USA, 1989. Estreno en Madrid: cines Aluche, Benlliure, Juan de Austria, Novedades, Pléyel y Palacio de la Música.
Tópico
La película presenta con cierto desenfado el mundo de la política, lo ve desde el punto de vista de ella, como un espectáculo, pero una vez hechos cuatro chistes sobre eso ya no va más allá del tópico. El resultado es un Earl K. Long pintoresco y una Blaze Starr que se pasa el rato diciendo frases para la posteridad. Tan preocupados están todos en respetar las mentiras y ocultaciones de Blaze Starr que la antigua reina del strip-tease ¡no llega a desnudarse ni una sola vez en todo el filme! Si un "escándalo" político-sexual acaba convertido en un cuento de hadas apto para todos los públicos, será porque en él no se habla ni de sexo, ni de política ni hay escándalo.
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