Soberbia realización
Es frecuente que algunos espectadores, al contemplar una película como ésta, que fue realizada en Estados Unidos en el año 1945 por el realizador austríaco Otto Preminger, afíncado en Hollywood tras la inarea hitteriana, comenten que está bien, pero que el lugar adecuado para una producción antigua como es ésta, rodada en blanco y negro, es la televisión.Se trata, claro está, de un prejuicio muy arraigado que, como todos los prejuicios, nace de la ignorancia y de la pereza, porque es más cómodo ver una obra cinematográfica en el hogar, grabándola en vídeo, si uno está demasiado cansado para apreciarla en directo, antes que ir a un local especializado, en el que hay que pagar, lógicamente, y leer los subtítulos, si no se domina bien la lengua originaria.
Ángel o diablo (Fallen angel)
Dirección: Otto Preminger. Guión: Harry Kleiner, según una novela de Martyn Holland, Fotografía: Joseph la Shelle. Música: David Raksin. Estados Unidos, 1945. Intérpretes: Dana Andrews, Linda Darneli, Alice Faye, Charles Bickford, Anne Revere, Bruce Cabot, John Carradine. Estreno en Madrid: Alexandra, en v. /o.
Los buenos aficionados al cine saben, por supuesto, que este arte es un vicio exigente, que cuesta mucho esfuerzo y mucho dinero, pero que recompensa a sus seguidores con un placer que sólo se encuentra, de verdad, en las salas oscuras, aunque el vídeo -sólo como recordatorio y testimonio, nunca como sustituto del auténtico gozo cinematográfico, que se disfruta, exclusivamente, en la proyección de una verdadera película, en los locales adecuados experimente unos momentos de extraordinario desarrollo en nuestra época.
Por eso es recomenable ver Fallen angel (vamos a olvidarnos del título español, poco adecuado, en mi opinión) en el cine de estreno, ante una magnífica copia, bien subtitulada, que permite apreciar la enorme calidad del filme, aunque luego, cualquier día, en cualquier emisora, nos volvamos a ericontrar esta joya del género negro -ojalá- para revisarla en nuestra casa. Entonces, sin embargo, la referencia será el recuerdo de una proyección y no la nada; entre la nada y el registro magnético es preferible el vídeo, por supuesto, pero, entre el cine y el vídeo, no hay duda, es siempre preferible el cine.
Fallen angel es una de las películas más representativas dirigidas por Otto Preminger en Estados Unidos y, aunque yo prefiera otros trabajos, suyos en esta misma línea -de forma especial, Laura, quizás su mejor película, y Angel face-, es justo reconocer que se trata de una realización ejemplar, muy superior al guión, capaz de evocar un clima inquietante y de crear una red compleja de significados y alusiones culturales para acercarnos a aquel tiempo, ya tan lejano, de una manera inmejorable. Incluso con una historia algo endeble, que no está bien estructurada y que se desarrolla de acuerdo con la costumbre. Otto Preminger acierta a remontarla, y lo hace gracias a un inspirado sentido de la realización apoyado en una intuición certera de los enfrentamientos soterrados y de los dramas subterráneos.
Más allá de los tópicos del género -¿a quién le importa, realmente, quién es el asesino?- Fallen angel, de acuerdo con su denominación, nos trae una fábula muy rica en matices sobre la caída moral del hombre y sus limitaciones, su permanente ansia de dinero y de placeres y, sobre todo, en torno a la caducidad de la memoria y a la fragilidad del amor.
Babelia
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