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México firma el acuerdo de reducción de su deuda en el marco del 'plan Brady'

Antonio Caño

Los presidentes de los 15 bancos más poderosos del mundo, en nombre de casi 500 entidades financieras internacionales, firmaron ayer con el Gobierno mexicano el primer acuerdo de la historia que reduce la deuda externa de un país del Tercer Mundo. Los hombres que mueven el dinero del mundo, presentes ayer en México en cuerpo y alma, elogiaron el comportamiento económico del Gobierno de Carlos Salinas de Gortari y animaron a los deudores latinoamericanos a seguir su ejemplo. Pese a las grandes limitaciones del acuerdo suscrito ayer, éste no pierde su carácter de histórico y trascendental, tanto para la economía mexicana como para la del resto del resto del continente.

El acuerdo no facilita un flujo de dinero fresco en la cantidades que se esperaba ni permite una reducción neta del capital de la deuda del orden de lo que podía esperarse, pero sirve para racionalizar el problema de la deuda y para sentar las bases de un ordenamiento de la economía mexicana.Según los cálculos expuestos por el secretario mexicano de Hacienda, Pedro Aspe, la deuda externa de este país, que hasta hoy era de algo más de 100.000, millones de dólares, pasa ahora a tener lo que él llamó "un saldo económico neto equivalente a 79.899 millones de dólares". Esto no quiere decir que la deuda mexicana se ha reducido de pronto en 20.000 millones de dólares ya que la reducción neta real es sólo de 7.000 millones. Pero el peso de los compromisos financieros de esa deuda equivalen al pago de 79.899 millones de dólares.

El presidente del Citibank John Reed, presente en México para la firma, opinó que este acto era "un principio y un fin". A su juicio, señala el inicio de una nueva relación entre bancos acreedores y Gobiernos deudores y marca el fin de una crisis que ha azotado a América Latina y que llegó a amenazar la estabilidad financiera mundial.

El presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, que ayer mismo concluyó una gira por varios países europeos en busca de inversores y mercados, aseguró que este acuerdo "va a influir en la vida de cada uno de los mexicanos'.

El compromiso de Salinas al asumir el poder fue el de reducir el flujo de dinero al exterior para satisfacer las necesidades internas.

El secretario del Tesoro norteamericano, Nicholas Brady formuló presagios positivos para el país. "México está en movimiento otra vez", dijo. "Habrá un crecimiento sostenido en el futuro", auguró el autor del plan que ha permitido la firma de este acuerdo.

En opinión de Brady, los dos aspectos más importantes del compromiso suscrito entre el Gobierno de Salinas y los bancos son: el ahorro de unos 1.600 millones de dólares que México consigue anualmente en el pago de los intereses; y la fórmula encontrada para postergar el pago de 42.000 millones de dólares.

Distintas fórmulas

Algunos bancos comerciales firmantes del acuerdo han decidido reducir la deuda mexicana hasta un 65% de su valor actual. Otros han optado por mantener el total de la deuda, pero cobrarla a un interés de tan sólo 6,25% anual.El acuerdo permite a México postergar durante 30 años el pago de 42.000 millones de dólares. En ese plazo pagará con el valor que entonces tengan los bonos cupón cero que el Gobierno compra hoy por 3.500 millones de dólares. Además, México depositará otros 3.500 millones -el equivalente a 18 meses de intereses- en la Reserva Federal norteamericana como garantía de pago de los nuevos créditos.

Para hacer frente inmediatamente a ese depósito de 7.000 millones de dólares, México ha recibido 2.000 millones del Banco Mundial; 2.000 millones del Export-Import Bank de Japón; 1.700 millones del Fondo Monetario Internacional (FMI); además de 1.300 millones procedentes de sus propias reservas.

Como aliciente suplementario para los bancos, México se compromete a entregarles a partir de 1.996 el 30% del incremento que tengan los beneficios de la exportación de petróleo, tomando como referencia los beneficios de 1989.

Según Aspe, la reducción total de la deuda mexicana -no sólo la reducción neta sino todo el ahorro que lleva consigo esta negociación- permitirá que el pago de la deuda signifique en 1991 el 2% del Producto Interior Bruto mexicano. En el período 1983-1988 equivalía a un 6%.

Con estas condiciones, México se considera ya un país "saneado y listo para crecer". "No se bajará la guardia", dijo Aspe refiriéndose a la futura política financiera. México mantendrá la disciplina presupuestaria y la modernización de sus estructuras económicas, pero dispondrá, al mismo tiempo, de bases sólidas de recuperación, según la voluntad de los firmantes del acuerdo.

Michael Camdessus, director gerente del FMI, declaró que la importancia del acuerdo trasciende de las fronteras mexicanas para convertirse en un ejemplo para otros países.

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