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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Socialdemócratas

EL CONGRESO del partido comunista polaco en el que se ha puesto fin a su existencia se ha convertido en congreso fundacional de la "Socialdernocracia de la República Polaca", en un afán por asumir un concepto del mundo que no es exclusivo de Polonia. Hace tres meses, los comunistas húngaros hicieron algo semejante al crear el partido socialista. En la RDA, el proceso se ha hecho en dos etapas: primero, el congreso del Partido Socialista Unificado (SED) decidió mantener ese nombre, agregándole el de Partido del Socialismo Democrático (PSD). Y hace unos días, la dirección, ante el anticomunismo creciente de la opinión pública, ha decidido eliminar el viejo nombre y conservar solamente el de PSD.Estos cambios de nombre van acompañados de nuevos programas, que borran los dogmas del marxismo-leninismo y se pronuncian por el pluripartidismo, la democracia, el respeto de las libertades políticas, todo lo que esos partidos no hicieron cuando ejercían un poder autoritario. ¿Cómo pueden esas reconversiones llevarse a efecto casi sin choques ideológicos y con sólo ínfimas minorías que se niegan a abandonar sus ideas comunistas? La razón radica en que esos partidos eran básicamente partidos de poder. Como lo indican sus cifras gigantescas de afiliados, éstos se adherían, sobre todo, por la presión social, porque les era útil para desempeñar tales o cuales empleos. Eran partidos vacíos ideológicamente. Existían para aplicar la política oficial de manera disciplinada (al menos en apariencia). Se generaba así -a despecho de un lenguaje revolucionario- una cultura política conservadora y conformista.

Esta apresurada carrera hacia las señas de identidad socialdemócratas se explica primordialmente por el deseo de evitar el descalabro electoral. Las elecciones que van a tener lugar en los próximos meses en los países del Este (ya en marzo en la RDA y en Hungría) serán decisivas. Presentarse en ellas como comunistas era ir a un fracaso seguro; en cambio, la etiqueta socialista y democrática responde a las aspiraciones de amplios sectores de ciudadanos deseosos de resistirse al auge de la derecha que puede provocar el hundimiento del comunismo.

Al mismo tiempo, la definición como socialdemócratas ha ayudado a mantenerse en el poder a los sectores reformistas de los partidos comunistas. Bien con un Gobierno homogéneo, como en Hungría, bien en coalición con otras fuerzas, como en Polonia o Checoslovaquia. Esa presencia comunista, que en la etapa inicial de la transición ha sido factor de estabilidad, puede, también, provocar la sospecha de ser utilizada para obtener ventajas en la campaña electoral. Ello ha creado en la República Democrática Alemana un deterioro peligroso de la situación que obligó a Modrow a pactar un Gobierno de coalición con las fuerzas de la oposición.

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