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El diseño romántico de Diego Lara

Los catálogos de exposiciones de arte llevan el sello de una "intuición poética"

La muerte del diseñador Diego Lara, el miércoles, en Madrid, a los 43 años, ha provocado el dolor y la rabia de sus amigos y compañeros de profesión junto a los mayores elogios del trabajo de un diseñador gráfico que modificó desde los años setenta la imagen de la industria editorial española en revistas, colecciones de libros y catálogos de exposiciones de arte. Su diseño ha sido calificado de "romántico", de una fuerte "intuición poética" frente a planteamientos teóricos, recibido como algo "fresco y nuevo" por los diseñadores de la generación anterior.

Su nombre quedará vinculado a las colecciones de libros como Nostromo, Trece de Nieve y Entregas de la Ventura; a las revistas Poesía y Buades y a los catálogos de las grandes exposiciones de los últimos años, como los de Picabia, Gris, Dadá y constructivismo, Goya en las colecciones privadas.Entre los iniciales trabajos de diseño industrial junto a Juan Ariño hasta su última obra maquetada, el catálogo de la exposición El surrealismo entre Viejo y Nuevo Mundo, en el Centro Atlántico de Arte Moderno, ha discurrido la aportación de Diego Lara al diseño gráfico de la industria cultural de los últimos 20 años. Tras el paso por las editoriales Fundamentos y Siglo XXI, en 1972 lanza, con Mauricio d'Ors, 12 títulos de la colección La Fontana Literaria, y al año siguiente la de Nostromo, con 30 portadas que llenaron de asombro el mercado editorial. D'Ors recuerda el "diseño romántico" de su amigo y "el mejor maestro" en unos tiempos de "aventura completa y vital".

Los siete años como responsable gráfico de las publicaciones de la Fundación Juan March son ya el aviso de los cambios que se van a producir en los catálogos de exposiciones, que se desarrollan en los ochenta con la política del Ministerio de Cultura de montar a los grandes artistas y movimientos. Sus portadas y maquetas salen desde su estudio de Ediciones El Viso, en donde no olvidan su "absoluta elegancia y genialidad".

Enric Satué, en su estudio El diseño gráfico, destaca la labor de Diego Lara en un panorama de "iconografía de consumo y ecléctica" que sucede a la imagen dominante de Alberto Corazón y Daniel Gil. Corazón destaca "la iconografía personal y especial, un modo de ver, el aspecto conceptual de unos desarrollos gráficos muy originales" que aparecen en Diego Lara cuando el diseño gráfico entra en una etapa de normalización tras "haber soportado la generación anterior una carga ideológica muy intensa". Opina que alrededor de Lara "se empezó a aglutinar un movimiento gráfico ligado a la movida y a La luna que no llegó a cuajar".

Daniel Gil coloca por encima del diseño gráfico su intervención en la composición, diagramación y animación de la cultura, "con una gran capacidad plástica y un don natural frente a cualquier aspecto técnico". Con el empleo de formas que tienen su origen en la pintura, dice que hoy es la excepción de una aportación "fresca y nueva" que recuerda el reto de creatividad que existía en los años sesenta. José María Cruz Novillo destaca, por su parte, el carácter culto y de "finura personal" que conlleva el diseño editorial, siendo "irrepetible" la aportación de Diego Lara.

Los 2.000 ejemplares del primer número de la revista Poesía, del Ministerio de Cultura, que sale en 1978, son ahora objeto de coleccionistas. Gonzalo Armero y Diego Lara revolucionan el mundo de las revistas culturales. Diego Lara participó activamente en los 10 primeros números. "No teníamos un planteamiento teórico", dice Gonzalo Armero. "Surgía de una manera natural, a partir de textos y temas, con referencias gráficas a las grandes revistas de los años veinte y treinta. Diego tenía una intuición poética y plástica maravillosa, que se daba tanto en sus maquetas como en los dibujos y cuadros que pintaba e incluso en las numerosas cartas que enviaba a sus amigos, con un lenguaje poético". "Era portentoso, con un gusto exquisito e infalible" dice el escritor Andrés Trapiello, con quien realizó las portadas de las colecciones Trece de Nieve y Entregas de la Ventura. "En su diseño hay algo noble, aristocrático, frente al aspecto plebeyo del arte aplicado".

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