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Toma posesión el cuarto presidente del banco emisor argentino en poco más de seis meses

Enrique Folcini, un economista de 53 años, tomó posesión ayer en Buenos Aires de la presidencia del Banco Central de Argentina y se convierte en el cuarto funcionario que ocupa el cargo en poco más de seis meses, desde que el pasado 10 de julio subió al poder la nueva administración del presidente Carlos Menem.

A pesar de la canícula del verano austral, la plaza no gana para sustos y los vaivenes se suceden en la dirección económica del país. Cuesta trabajo recordar el número de ministros de Economía, de planes económicos y de presidentes del Banco Central devorados por la crisis en el poco más de medio año de administración menemista. Hace unos días Menem, en una conferencia de prensa con los corresponsales extranjeros, restó importancia a los continuos cambios de altos funcionarios en su Gobierno y dijo que lo mismo ocurre en otros países. Recordó Menem, con una cierta imprecisión, que el presidente de Gobierno español Felipe González, también se había tenido que marchar y luego volvió. Mezcló Menem la dimisión de González como secretario general del PSOE con los ceses y dimisiones en la actual administración argentina.El problema del cambio al frente del Banco Central es que el saliente, Rodolfo Rossi, sólo llevaba un mes en el cargo, el cese tuvo rasgos de sainete y no se han explicado a la opinión pública los motivos para una nueva dirección en un órgano tan decisivo en el momento actual. El Banco Central es encargado nada menos que de la emisión monetaria, uno de los aspectos claves del último plan económico, basado en la idea de "secar la plaza" de australes, para mantener baja la cotización del dolar.

Más confusión

La noticia del cese de Rossi saltó en pleno fin de semana, cuando el país se tostaba al sol y muchos funcionarios del Gobierno se quedaron sin la ansiada escapada al balneario uruguayo de Punta del Este, por la orden de Menem, que les prohibió salir al extranjero sin permiso. A pesar de la crisis argentina, las páginas de diarios y revistas estaban llenas de informaciones sobre las vidas de altos funcionarios y figuras de la farándula en Punta del Este. Esto no contribuía a mejorar la imagen del Gobierno entre las masas de la población, obligadas a apretarse todavía el cinturón por los precios desbocados, que, completamente liberados, se niegan a regresar a los niveles anteriores a la estampida del final de año.El pasado domingo, cuando el cambio en el Banco Central había sido anunciado, con un gran titular en primera página y carácter de primicia por el diario Clarín, Rossi declaró, por la tarde en la radio, que "de ninguna manera he enunciado y no existen motivos para el relevo". Añadió Rossi que las versiones eran "una verdadera patraña" y amenazó con acudir a los tribunales contra los que difundían esa noticia. No habían pasado ni 24 horas, cuando el mismo Rossi declaraba, la mañana del lunes, que había presentado su renuncia el viernes. Por unas horas había flotado por la capital argentina la amenaza de que se repitiera en el Banco Central las escenas, dignas de una obra del teatro grotesco, ocurridas el viernes en la cadena pública de televisión ATC.

Nada menos que dos secretarios de Estado, de Prensa y Cultura, cesaron al interventor del canal público de televisión, Mario Gavin, y dieron posesión a una troika encargada de sustituirle. Gavin se aferró a su poltrona y se negó a dejar el puesto con la afirmación de que contaba con el apoyo del presidente Menem. En medio de la confusión, y pese a que habían tomado ya posesión los nuevos directivos del canal, Gavin se salió con la suya. El que cesó fue el secretario de Estado de Prensa Jorge Rachid.

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