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LA MATANZA DE LOS JESUITAS

La Iglesia confía en que la paz llegue este año a El Salvador

Antonio Caño

La Iglesia católica salvadoreña prevé que la intensidad de la guerra civil que se libra en el país desde hace diez años disminuirá en 1990, ya que, en su opinión, los dos bandos se han dado cuenta en los últimos meses de que la única salida al conflicto será política.

El arzobispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, manifestó el pasado domingo que, según se desprende de los últimos contactos sostenidos por la Iglesia con representantes del Gobierno y del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), las dos partes comprobaron durante la ofensiva del pasado noviembre que carecen de medios suficientes para derrotar militarmente al rival.

Para contribuir a la pacificación, Rosa Chávez anunció que la Iglesia salvadoreña ha pedido una intervención de la Iglesia norteamericana ante el presidente de EE UU, George Bush, para que modifique la política "militarista" que ha seguido en los 10 últimos años de cara a El Salvador y se pronuncie en favor de una solución política. La gestión será realizada personalmente por el arzobispo de Los Ángeles, monseñor Mahoney, quien participó la pasada semana en El Salvador en una reunión de dirigentes religiosos de varios países con el enviado especial del Papa Roge Etchegaray.

"Buena disposición"

El obispo Rosa Chávez manifestó que existe "buena disposición", tanto por parte del Gobierno como del FMLN, para reanudar este año el diálogo de paz sobre bases serias. Añadió, sin embargo, que todavía no se ha alcanzado un acuerdo para que representantes de las dos partes vuelvan a reunirse, y advirtió que, si fracasan los contactos para reanudar el diálogo, "cualquier cosa puede pasar en este país".

Fuentes próximas al FMLN han comentado que 1990 va a ser el año de la definión en El Salvador. La guerrilla, según estas fuentes, insiste en una negociación política, para la cual ha pedido una profunda depuración de los mandos de las fuerzas armadas. Al mismo tiempo, la guerrilla toma las medidas necesarias para una solución militar.

El FMLN está convencido de que el tiempo corre en su contra, y está decidido a lanzar una nueva ofensiva sobre San Salvador, más larga y más cruenta que la de noviembre, si no se llega pronto a un acuerdo para volver a la mesa de negociaciones en condiciones aceptables para los dirigentes rebeldes.

Tras la condena al FMLN en la cumbre centroamericana de diciembre pasado, la fricciones surgidas con el Gobierno sandinista y, por último, la caída del régimen de Manuel Antonio Noriega, la guerrilla salvadoreña se enfrenta a la disyuntiva de transformarse o desaparecer. Esta alternativa se presenta, paradójicamente, en el momento en que se encuentra militarmente mejor que nunca en su historia y parece estar todavía en condiciones de intentar la guerra total.

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