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INVASIÓN EN PANAMÁ

La "operación quirúrgica" de Bush

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIAL Estados Unidos puede verse involucrado en Panamá en un conflicto más largo de lo esperado y de consecuencias mucha más sangrientas de lo previsto. El balance de los primeros días de la invasión indica que las fuerzas norteamericanas encuentran serias dificultades para hacerse con el control de la situación y que la resistencia presentada por los leales al general Manuel Antonio Noriega es superior a la que se calculaba.

A raíz del fracaso del golpe militar del pasado mes de octubre contra Noriega, oficiales del Comando Sur -el órgano dirigente de las fuerzas norteamericanas permanentemente estacionadas en Panamá- entendieron que habían sido agotadas las posibilidades de una acción surgida desde el serio de las Fuerzas de Defensa panameñas y advirticron que quedaba en manos de los militares estadounidense una solución drástica de la crisis creada entre Noriega y Washington.

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Así se le hizo ver a los dirigentes de la oposición panaineria, quienes, según fuentes políticas próximas, dieron su respaldo desde hace inás de dos meses a la operación militar, pese a que hasta ese momento habían jeclarado públicamente que se oponían a una intervención directa por parte de EE UU.

Desde el fracaso del golpe de octubre estaba en la mente de todos en Panamá la posibilidad de una salida radical de la crisis, pero nadie imaginaba que EE UU emplease tal cantidad de fuerza y, mucho menos, que su intervención desatase una matanza que deslegitima al presidente al que se pretende respaldar, Guillermo Endara, a pesar de que éste hubiera conseguido el respaldo en las urnas.

Acción selectiva

Se esperaba lo que fuentes del Comando Sur llamaban hace pocas semanas una operación quirúrgica, una acción militar selectiva contra el general Noriega con el fin de apresarlo con e! menor oerramamiento de sangre posible. Todo ha sido un fiasco y, lejos de haber cuniplido eon esos planes, los norteamericaros se han metido en un conflicto al que no se ve un rin fácil, sin haber conseguido el objetivo básico de capturar a Noriega.

El despliegue de 24.000 hombres y de medios militares de gran destrucción no le ha servido a EE UU para imponer orden en las calles de la capital de Panamá, en las que los Batallones de la Dignidad, con el refuerzo de miembros del Ejército vestidos de civil, siguen ofreciendo resistencia. Ni siquiera han sido capaces de defender las vidas de los norteamericanos residentes en Panamá, sino que los han puesto en mucho mayor peligro del que estuvicron hasta ahora en un país acostumbrado a convivir con los norteamericanos.

Adernás de su incapacidad para ejecutar una acción militar limpia, las fuerzas norteamericanas han demostrado defectos en cuanto a la información y a la valoración de las fuerzas con que contaba Noriega. En cuanto a lo primero, es obvio que el general pariameño tenía perfectamente preparada su escapada para una eventualidad como la que: se ha presentado, mientras que los norteamericanos desencadenaros una acción de grueso calibre sin tener conocimiento de los movimientos de Noriega, cuya huida y llamamiento a la lucha han servido, además, para alimentar la resistencia de las fuerzas que le son fieles. Éstas no eran sólo una pandilla de desarrapados y criminales, corno decían los portavoces del Comando Sur, sino tropas bien preparadas y con moral de combate.

Los norteamericanos espe raban que los militares panameños tirasen sus armas ante el prirner disparo de un cañón de EE UU, pero no ha sido así. Ciudadanos panameños contactados telefónicamente afirman que muchos hombres armados fieles a Noriega se han replegado hacia el interior del país, la mayor parte en las proximidades de la frontera con Costa Rica, en la región montañosa de Chiriquí, dispuestos a organizar la resistencia.

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