El susto de Atxaga
A los 17 años Bernardo Atxaga se cambió de nombre y dejó de llamarse Joseba, "por aquella idea romántica de que todo escritor debía tener scuciónimo". Acaso por huir de la fama futura. Atxaga está, y lo admite, un poco asustado por la repercusión de su libro Obabakoak, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en la última edición y que ha merecido primeras páginas en los suplementos literarios de todos los dianos nacionales.Sobre su presencia constante desde que la fama hizo que su sobrenombre fuera algo más que un seudónimo, Atxaga tiene las ideas claras. "Hay qué ser un poquitín soso, porque si hablas mucho acabas diciendo tonterías, y también emplezan a llamarte de todas partes, Y dejas; de hablar de literatura para caer en la tentación de hablair de política exterior o de la situación actual de la mujer".
Joseba Iranzo, alias Bernardo Atxaga, tiene otro sobrenombre: el que tanto huía. Así le llaman aquellos que conocen su reticencia a prodigar su presencia en los medios de comunicación.
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