Cautela y escepticismo ante el anuncio de la erradicación del virus del SIDA en un enfermo
Expertos vinculados a la lucha contra el SIDA acogieron ayer con esperanza, aunque con cautela y escepticismo, la noticia de que un grupo de médicos estadounidenses hubiera erradicado el virus causante del síndrome en un enfermo mediante trasplante de médula ósea y grandes dosis de AZT, una droga de uso común contra el SIDA. Casi todos apelaron a las dificultades de todo tipo para practicar el trasplante a gran escala, al tiempo que expresaron sus dudas sobre si se pudo eliminar efectivamente el virus del cuerpo del paciente, ya que falleció precozmente, 41 días después de la operación.
Investigadores de la universidad John Hopkins de Baltimore, practicaron la técnica a un paciente, que padecía SIDA y un linfoma, tumor asociado a esta enfermedad. El enfermo murió debido a la reactivación del tumor que padecía, y los investigadores no hallaron rastro del virus del SIDA con las técnicas de detección más sensibles.Rafael Nájera, virólogo y director del Instituto de alud Carlos III, se muestra muy cauto aunque la idea le parece bien. "Ya que el paciente se ha muerto, es difícil saber si ha habido reactivación del virus o no. No sabemos si en alguno de los órganos pudieron quedar células infectadas por el virus que pudieran reactivar la infección. En teoría, con que exista una célula infectada en el organismo, se puede reproducir la enfermedad", manifiesta este experto.
Un avance más
"Se trata de un avance más y sólo el tiempo dictaminará sobre este procedimiento. Uno de los problemas es que existen cepas del virus resistentes al AZT y, por otra parte, aunque no quede virus completo en el organismo, puede sintetizarse a partir de los fragmentos".
Carlos García Aguado, médico del Centro de Investigaciones Clínicas, de referencia para enfermos del SIDA, cree que la técnica podría ser útil "sólo en ciertos casos de la enfermedadad", si resultase ser efectiva, pero existen problemas para efectuar trasplantes medulares. El trasplante es una técnica "agresiva y cara" para Jaime Cosín, internista del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, quien cree que el trasplante de médula combinado con AZT "no tendrá mucho futuro, dado que los antivirales actuales no matan el virus, sino que detienen su multiplicación. Habrá que esperar a los nuevos medicamentos antivirales".
Ángela Figuera, adjunta adscrita a la sección de Trasplantes Medulares del Hospital de la Princesa de Madrid informa que la técnica "se lleva barajando hace tiempo y siempre se había deshechado debido a que se consideraba que el AZT no era un agente lo suficientemente potente para eliminar el virus del organismo". El escepticismo de Figuera proviene de que el paciente haya fallecido sin que transcurriese el tiempo suficiente para saber si la infección vuelve a aparecer, "dado que después de realizar el tras plante, los linfocitos, donde anida el virus del SIDA, tardan en recuperarse al menos seis meses". Javier Aizpiri, representante de la Organización Médica Colegial en el Plan Nacional sobre el SIDA, recuerda que la mayoría de los enfermos que existen actualmente en España "son toxicómanos con el sistema inmunitario muy deteriorado y que acumulan varias enfermedades", lo que dificultaría la aplicación de la nueva técnica.
Expertos estadounidenses calificaron la noticia "intrigante pero preliminar", según The Washington Post.
Los problemas del trasplante
El trasplante de médula ósea consiste en implantar a un enfermo células de este órgano -responsable de la síntesis de las células sanguíneas y de defensa del organismo- procedentes de un donante. Se practica a quienes padecen tumores malignos sanguíneos o del sistema de defensa -leucemias, linfomas- u otras enfermedades. La compatibilidad de los tejidos de donante y receptor es uno de los primeros obstáculos a superar, dado que sólo una persona de cada cuatro tiene un hermano compatible que pueda donarle la médula. En caso contrario, deberá recurrir a un donante altruista. Solamente uno de cada cinco enfermos podría solucionar así su problema. El receptor, en general, ha de ser menor de 40 años y tiene el 25% de probabilidades de morir por las complicaciones del trasplante. Tales limitaciones dificultarían el acceso masivo a la técnica, en caso de resultar efectiva. El coste económico, cifrado entre 11 y 22 millones de pesetas, según datos estadounidenses, sería un problema añadido.
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