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Israel, implicado en un nuevo 'Irangate'

El ministerio israelí de Energía se negó ayer a hacer comentarios sobre un nuevo Irangate: la compra de petróleo iraní por parte de Israel valorada en 36 millones de dólares (unos 4.000 millones de pesetas). El crudo fue descargado el pasado mes de noviembre a través del oleoducto de Eilath.

Si Tel Aviv no confirma ni desmiente el tema, Teherán lo niega categóricamente y lo califica de una "nueva mentira imperialista". Sin embargo, el portavoz del departamento de Estado norteamericano revela que Estados Unidos fue informado de la operación por el propio Gobierno israelí.La incógnita que se mantiene en cualquier caso, es si Israel ha pagado en divisas o, como apuntan algunos rumores, en equipos militares, especialmente en piezas de recambio.

Los que si se sabe con certeza es que Irán tiene necesidad urgente de divisas y armas para reconstruir su economía y su potencial militar. "Una reanudación de la guerra Irán-Irak no debe ser excluída de ninguna manera" afirman los expertos militares israelíes.

Desde la revolución jomeinista y la guerra contra Irak, las ventas de petróleo iraní entraron en caida libre y vertiginosa: los ingresos procedentes de las exportaciones de crudos bajaron de los 35.000 millones de dólares anuales en los tiempos del Shah, a los 4.000 millones de hoy.

"Los iraníes están desprovistos de todo, el pueblo tiene hambre y el Gobierno de Teherán está dispuesto a vender petróleo -y barato- a cualquiera, incluso al diablo, es decir a Israel", afirma un experto en temas iraeníes, Jacob Nimrodi, hombre de negocios israelí y conocido traficante internacional de armas. Nimrodi desempeñó un importante papel en el precedente amago de aproximación entre Israel e Irán que se produjo en el embrollo en el que estuvieron implicados Estados Unidos, Irán, Israel y la contra de Nicaragua: el famoso Irangate, que sacudió a la Administración norteamericana que presidía Ronald Reagan.

Según la prensa israelí, Israel persigue un doble objetivo con sus compras de crudo a Irán. En primer lugar, apelar a la buena voluntad de Teherán y conseguir la liberación de los rehenes israelíes (tres soldados) y occidentales en poder de las facciones proiraníes de Líbano. En segundo lugar, normalizar las relaciones con un Irán cuya hostilidad implacable con respecto a Tel Aviv resulta mucho menos inquietante para los dirigentes israelíes que la creciente amenaza que representa el potencial militar de Irak que ha realizado importantes progresos en la fabricación de armas de tecnología avanzada, como los misiles de medio y largo alcance, como acaba de reconocer en el Parlamento el ministro israelí de la Defensa, Isaac Rabin.

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