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HACIA UNA NUEVA EUROPA

Ceaucescu amenaza con aumentar la represión

Berna González Harbour

BERNA G. HARBOUR, ENVIADA ESPECIAL, El presidente Nicolae Ceaucescu amenazó ayer al pueblo rumano con intervenir contra cualquier movimiento de oposición, en su primera declaración desde la sangrienta represión de las manifestaciones del pasado fin de semana. "El Ejército rumano ha sido hasta el momento muy paciente", declaró el dictador, "pero está preparado para defender el socialismo". El dictador, que ha convertido Rumanía en una especie de Birmania europea, lanzó todo tipo de improperios contra los opositores: "Irredentistas, gamberros, terroristas y antinacionales".

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Huelga general en Timisoara, cercada por los soldados

Las matanzas de Transilvania han desencadenado una amplia indignación internacional, entre la que destaca la ruptura de relaciones de la Comunidad Europea con Rumanía y la de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia con el Partido Comunista Rumano (PCR).A su llegada a Bucarest, después de finalizar con toda normalidad su viaje oficial a Irán para negociar la venta de armas rumanas a cambio de combustible y alimentos, Ceaucescu atribuyó la revuelta a "un compló imperialista" y aseguró que los manifestantes habían sido instigados por los "servicios de inteligencia extranjeros".

Pese a las amenazas de Ceaucescu, los enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y los participantes del movimiento contra el régimen continúan en diversas ciudades. El país está casi herméticamente cerrado al exterior, y sólo los testimonios de los pocos extranjeros que logran salir alumbran un tanto el apagón informativo.

Combates

Una residencia militar de Bucarest estalló ayer sin que se conocieran las causas; la mayor planta química de Timisoara fue ocupada por los obreros. Éstos amenazaban con volar la fábrica. Otras informaciones de camioneros en tránsito por Rumanía señalaron en Hungría que la gente ha conseguido armas y está en combate con las fuerzas militares y de seguridad.

Pero la revuelta continúa. Soldados y miembros de la Securitate rumana están desplegados en Bucarest, según contaron a EL PAÍS fuentes diplomáticas de ese país. Elena Ceaucescu, la esposa del dictador, se encontraba en los días de ausencia de Nicolae al frente de la represión que ha llevado al país a un aislamiento total, tanto interior como exterior.

Sin que haya ninguna orden ni disposición oficial hecha pública, las conexiones telefónicas entre las distintas ciudades rumanas están cortadas, y la exterior, prácticamente imposible.

Mientras algunos países del Pacto han abierto ya su telón de acero a Occidente, las fronteras coin, los cuatro países que rodean a Rumanía, todos socialistas (Bulgaría, Yugoslavia, Hungría y la URSS), están prácticamente cerradas. La húngara, herméticamente.

Ayer se sucedieron manifestaciones en ciudades como Timisoara, Arad y Cluj. Según testimonios de extranjeros recién llegados de Tímisoara, algunos manifestantes portaban armas, fruto del asalto a varios arsenales de las milicias obreras (brazo armado del Partido Comunista Rumano) hace dos semanas.

La televisión rumana anunció anoche que se ha declarado el estado de emergencia en el departamento de Timis, cuya capital es Timisoara, por decreto presidencial. Según anunció en París la Liga para la Defensa de los Derechos del Hombre en Rumanía, el primer ministro, Constant Dascalescu, ha viajado a Timisoara para apaciguar a las masas.

Los habitantes del pueblo húngaro de Nagylak, en la frontera con Rumanía, se despertaron con el ruido de los disparos en el país vecino. Guardias fronterizos confirmaron la existencia de los tiros e informaron también del continuo paso de aviones militares rumanos en las proximidades.

La reacción en Hungría, el país tal vez más afectado por esta represión, ya que dos millones de personas componen la minoría húngara en Rumanía, se ha dejado sentir a todos los niveles. El Ejército se encuentra en el segundo grado de emergencia. El coronel Caroly Kelepi, portavoz del Ministerio de Defensa, lo anunció en la noche del martes ante la visible movilización de tropas blindadas rumanas hacia la frontera con Hungría.

Condena húngara

El ministro de Exteriores húngaro, Gyula Horn, condenó ayer en el Parlamento la "crítica y ya pelígrosa situación" que ha desencadenado la represión en Rumanía. Horn ha mantenido reuniones desde el inicio de los acontecimientos con los ministros de Defensa y de Interior, el primer ministro y el jefe de Estado Mayor. Horn elevó su protesta ante el embajador rumano en Budapest, Nicolae Vefez, que le respondió tajantemente: "Lo que ocurre en Timisoara es asunto interno de Rumanía". El diplomático rumano protestó, por su parte, por los destrozos que sufrió la Embajada en Budapest en la manifestación del lunes y pidió que no se permitan más movilizaciones.

"En mi discusión con el embajador hice hincapié en que, a nuestro parecer, las causas de las protestas masivas incluyen el hecho de que los derechos fundamentales del pueblo rumano y de las nacionalidades están siendo violados, que la población ha llegado a un límite en sus catastróficas condiciones de vida y que la libertad religiosa ha sido pisoteada. También le expresé la opinión de que el pueblo rumano puede sentir cada vez con más fuerza las diferencias entre el estancamiento político de su país y los grandes cambios que se suceden en los países vecinos", dijo el jefe de la diplomacia húngara.

Una bandera negra ondea en el edificio del Parlamento húngaro y los diputados guardaron un minuto de silencio, informa The Independent.

El ministro de Defensa húngaro, Ferenc Karpati, le leyó la cartilla al consejero militar rumano en Budapest, que le aseguró que el Ejército regular no había sido movilizado contra los manifestantes. El Ministerio de Defensa ha negado repetidamente que exista una amenaza inmediata de Rumanía para descartar cualquier envío de soldados a la frontera común. Sin embargo, aumenta la presión hacia cualquier forma de intervención, conforme llegan a Hungría más detalles sobre los sangrientos acontecimientos de Timisoara.

El Foro Democrático húngaro ha convocado hoy en Budapest una jornada de luto por los caídos en su lucha contra Ceaucescu. Si los húngaros atienden a este llamamiento, la capital amanecerá cubierta de banderas negras y con los pabellones nacionales a media asta. Cuatro partidos opositores llamaron también a los países firmantes del Acta de Helsinki a iniciar un bloqueo económico, comercial y político contra ese régimen. Ayer, cientos de personas se manifestaron en la plaza Voeroesmaarty, en Budapest, en solidaridad con el movimiento antidictatorial rumano.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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