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La literatura de lenguas minoritarias clausura el Encuentro de Críticos Literarios

Carmen Martín Gaite repasó el papel en la historia de la mujer como escritora

Las literaturas gallega, catalana y vasca fueron analizadas por los escritores Carlos Casares, Jesús Ferrer-Solá y Jon Juaristi en la mesa redonda Literatura de lenguas minoritarias, que se desarrolló en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, dentro del III Encuentro Nacional de Críticos Literarios. Los tres escritores trazaron un desarrollo ordenado de la literatura de sus respectivas comunidades desde la Edad Media hasta nuestros días. El encuentro se clausuró el pasado jueves con la conferencia La mujer en la literatura, a cargo de la escritora Carmen Martín Gaite.

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Desenfadada y amena, Carmen Martín Gaite advirtió desde el principio que su disertación se perdería una y otra vez "por los cerros de Úbeda", y lo cierto es que leyó citas, acotó observaciones y saltó de un siglo a otro con soltura.Carmen Martín Gaite habló de la mujer en la literatura desde tres puntos de vista: la mujer que lee, la que escribe y la protagonista. Se refirió también al contacto constante de la mujer con el mundo "caótico y resbaladizo" de lo cotidiano: "Vivir sumergida en acontecimientos que requieren simultánea atención aunque sean de la naturaleza más dispar".

Casares destacó que en la actualidad los escritores gallegos se plantean problemas más de tipo literario que sociales o sociológicos en lo referente a su propia lengua. Los escritores de su generación, según Casares, no tuvieron un instrumento lingüístico adecuado para la creación literaria, ya que el idioma que se enseñaba en las escuelas era el español. "En los años cincuenta todo escritor gallego era un hecho anómalo, pero además el escritor tenía que inventar prácticamente de raíz su lengua literaria, recurriendo para ello al dialecto local de su aldea y elevándolo a categoría literaria".

Al igual que Carlos Casares, el escritor vasco Jon Juaristi hizo referencia al problema que se le plantea al escritor que se enfrenta a un instrumento lingüístico poco desarrollado. Pero su planteamiento lo llevó a cuestionar no sólo la existencia de la literatura vasca, sino también la del euskera mismo: "En una situación en la que la existencia de una lengua y la posibilidad de utilización de esa lengua no ha podido jamás despegarse de los objetivos de normalización, la literatura ha venido a ser una especie de utopía de esa lengua".

Una lengua por la que todos claman, según el escritor, pero que no se encuentra en ninguna parte: "En realidad, para una población que nunca ha superado el medio millón de hablantes la existencia de ocho dialectos bastante distintos entre sí hasta el extremo de impedir la comunicación de unos con otros plantea el problema de si existe realmente la lengua vasca".

Comparando el caso de la literatura catalana con la gallega y la vasca, Jesús Ferrer-Solá señaló que no sería tan exacto decir que la literatura catalana es minoritaria, sino más bien que ha estado circunscrita al área de esa comunidad lingüística, donde ha tenido una difusión y una penetración más que aceptable. Destacó la enorme influencia de La plaza del diamante, de Mercè Rodoreda, sobre la literatura de los años setenta. Aunque también subrayó de esta década el estilo amanerado que hace de la literatura catalana un fenómeno autóctono "que tiende a un cierto provincianismo".

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