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La resurrección de Marc Márquez: “No me sentía así encima de una moto desde Jerez, en 2020”

El español de Ducati ha buscado y encontrado la mejor moto de su trayectoria después de un calvario físico y deportivo de cuatro años en Honda que le obligó a replanteárselo todo

Alex Márquez y Marc Márquez, en acción durante la carrera de MotoGP del GP de Tailandia.
Alex Márquez y Marc Márquez, en acción durante la carrera de MotoGP del GP de Tailandia.Athit Perawongmetha (REUTERS)
Guille Álvarez

Marc Márquez vuelve a sentirse imbatible encima de una moto, una sensación que le abraza 93 grandes premios después de aquel fatídico 19 de julio de 2020 en Jerez. En aquel GP de España que inauguraba la temporada de la pandemia, el ocho veces campeón del mundo sufrió un duro accidente y se rompió el húmero del brazo derecho. Aunque no lo sabía todavía, había caído en el agujero más oscuro de su trayectoria. Cuatro años —y cuatro operaciones en el maldito hueso— tardaría en ver la luz, tantos que llegaría a plantearse la retirada durante la larga travesía por el desierto.

“No me sentía así encima de una moto desde Jerez en 2020. Esa fue la última vez que me sentí superbién. A lo largo de esta pretemporada, no solo aquí, me he sentido genial”, apuntaba Márquez después de haber triturado a la competencia en el GP de Tailandia que ha inaugurado la temporada 2025. Su estreno con el rojo oficial de Ducati fue inmejorable: pole, doble victoria en la sprint y el gran premio, vuelta rápida y podio histórico junto a su hermano Alex, segundo clasificado. Esto último, el no va a más del fin de semana para él.

Hacía más de cinco años, 1.932 días para ser precisos, que el 93 no lideraba el campeonato. Todo un mundo, a nivel personal y profesional. “Diría que ni en Jerez me sentía como ahora. Siento calma, estoy relajado, no sé ni cómo explicarlo”, desarrolla el piloto catalán para intentar explicar su transformación a lo largo de estos años de viacrucis físico y deportivo. “Estoy cómodo, pero la clave de todo para mí es que estoy pilotando porque me gusta hacerlo, no porque tenga un objetivo fijado. He conseguido un montón de cosas en mi vida, y ahora por fin entiendo que solo quiero disfrutarlo”, asegura. El Marc renacido mantiene la esencia y la magia de Márquez en la pista, pero añade a la fórmula la madurez de un chaval devenido hombre en este periplo marcado por el sufrimiento.

Aunque disfruta del momento, más emocionado por la familia que por su gesta, Márquez no olvida todo lo que ha aprendido durante los últimos años. “Del brazo os podéis olvidar vosotros, pero yo no me olvido porque requiere más trabajo, más mantenimiento”, detalla un tipo que ha pasado hasta 11 veces por quirófano desde 2008, año de su estreno mundialista en 125cc. Todos los golpes y éxitos se amontonan en esa cabeza. “Si la cosa va bien y llega el campeonato, bienvenido sea. Si no, la vida sigue y eso no me cambiará en nada”, asegura Marc, liderato en mano y a sabiendas de las expectativas vertidas sobre su persona. Este renacer deportivo, acompañado de su mejor momento personal, es un regalo: “Esto es un sueño, no puedo pedir más”.

La cuarta operación en su maltrecho hombro, en 2022, fue el primer órdago que Márquez se lanzó a sí mismo. O volvía a sentirse bien físicamente o lo dejaba. Funcionó la intervención y el siguiente paso fue constatar que Honda, el equipo de su vida, seguía hundiéndose sin remedio con una moto ingobernable. ¿Eran ellos o era él? Para responderse tuvo que renunciar al contrato más lucrativo de la historia del campeonato en 2023 y subirse a la Ducati satélite del equipo Gresini el año pasado. “Que me quiten lo bailado”, pensaba y sigue pensando. Con una moto antigua —e inferior en rendimiento— de los italianos logró impresionar a los responsables de la fábrica que ha marcado el paso los últimos cinco últimos. Todavía sin haber vuelto a ganar tras más de 1.000 días de sequía, le arrebató al que sería campeón del mundo Jorge Martín el asiento más codiciado de la parrilla. Luego remató su curso de reválida con tres victorias en Aragón, Misano y Australia, recuperando la sonrisa de sus mejores días. En 2025, ni una carrera ha tardado en convencer a todos los miembros de la fábrica de que la decisión fue la correcta.

Ningún piloto de Ducati ganaba en su primera carrera vestido de rojo desde Casey Stoner en 2007, año en que el prodigio australiano logró su primer campeonato del mundo. Muy buenos augurios. Gigi Dall’Igna, el gurú de la fábrica de Bolonia, no pudo resistirse a plantarle un beso al carenado de la Desmosedici GP de su nuevo pupilo en el parque cerrado este domingo. En Borgo Panigale, todos están prendados. “Marc tiene ya la moto por la mano y sabe cómo usarla, mientras Pecco todavía tiene margen de mejora y espero que pueda encontrar ese rendimiento”, apuntaba el máximo responsable deportivo de los italianos desde Tailandia. Es revelador cómo Bagnaia, que lleva seis años con la marca, está tardando más en cogerle el punto al nuevo prototipo. Él es el único que tiene las armas para frenar a Márquez esta temporada.

“Tengo que dar las gracias al equipo, porque para mí es superimportante sentirme bien sobre la moto, pero más todavía dentro del garaje. Con los miembros de Ducati, desde los mecánicos hasta los jefes de equipo, me siento muy a gusto. Todo esto me da la confianza que necesito para poder pilotar muy bien la moto”, remata el ocho veces campeón del mundo. En un escenario familiar, donde levantó precisamente su última corona, Marc Márquez ha escrito las primeras líneas de una reconquista que trasciende a los circuitos. “Esta puede ser una bonita historia que contar en el futuro”, había dicho Dall’Igna durante la presentación del equipo. Y tenía razón. El primer capítulo ha sido apasionante.

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Sobre la firma

Guille Álvarez
Graduado en Ciencias Políticas por la UPF y máster en Periodismo Deportivo y Comunicación por la Blanquerna-URL, ha pasado por las redacciones de La Vanguardia, la revista VICE y Mundo Deportivo. Colabora con la sección de deportes de EL PAÍS desde 2022, donde ha cubierto el Mundial de MotoGP y varias ediciones del Rally Dakar.
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