González no teme que Europa Oriental le reste protagonismo a España
El presidente Felipe González intentó ayer disipar el temor de que el deshielo del Este acentúe el carácter periférico de España al afirmar que "estamos en el núcleo de la toma de decisiones en Europa y Occidente", y no debemos tener ahora, por tanto, "ningún tipo de miedo". El jefe del Gobierno resaltó al término de la cumbre comunitaria que en Estrasburgo los doce se habían pronunciado por un "claro avance" en la construcción europea. "La Comunidad", afirmó, "ha respondido diciendo que seguimos hacia adelante respecto al interrogante que la crisis del Este planteaba sobre su futuro".Aparentemente cansado, pero satisfecho por el resultado alcanzado, el jefe del Ejecutivo empleó términos parecidos a los que utilizó al final de la cumbre extraordinaria de París, hace tres semanas, a la hora de analizar las repercusiones de la transformación del bloque socialista para los miembros meridionales de la CE.
González se preguntó públicamente si Japón era un país periférico y contestó negativamente dando a entender que la marginación de un Estado no dependía tanto de su situación geográfica como de su pujanza económica. "Nosotros", sentenció, "somos igual de periféricos que el Reino Unido".
González reconoció, no obstante, en su conferencia de prensa que "el flujo de atracción va a converger hacia Centroeuropa", que se convertirá en destino de muchas inversiones. "Tenemos que estar en la apertura de nuevos mercados", algo que no depende tanto del Gobierno sino de unos empresarios que en anteriores ocasiones, como durante el auge económico del golfo Pérsico hace una década, no supieron aprovechar la oportunidad.
El peligro pasó
Si la demócratización del bloque socialista se hubiese producido hace 10 años, cuando España no estaba aún integrada en la CE, "sí hubiese sido preocupante" el riesgo de marginación de la península Ibérica, según González. Ahora lo único que parece inquietar al presidente es que la limitación de los recursos de la Comunidad para la ayuda al desarrollo "altere al actual esquema de prioridades" en detrimento de zonas de interés estratégico para España como pueden ser el Magreb y Latinoamérica.
La desintegración del bloque socialista no obliga a España, dijo González, "a recomponer nuestra política exterior excepto en tratar de dar una mayor importancia al Este". "Tendremos también que defender con más ahínco en el seno de la CE los parámetros de nuestra política exterior, es decir, el norte de África y América Latina".
"Si me permiten la expresión, daremos una y otra vez la tabarra (...) porque hay países que tienen como mínimo tantos méritos [democráticos] como pueden tenerlos otros".
La localización del interés sobre el Este ya ha empezado a hacer sentir sus efectos negativos sobre otras zonas del mundo. Como ejemplo dio la negociación con los seis países integrantes de la Asociación Europea de Libre Intercambio (EFTA): Austria, Suiza, Noruega, Suecia, Finlandia e Islandia, que algunos miembros tienden a relegar a un segundo plano, y la declaración aprobadá de apoyo al proceso democrático en Chile que "nos ha costado muchísimo sacar adelante".
González fue acaso algo más comprensivo que otros con el empeño de Bonn por obtener luz verde de sus socios comunitarios para recuperar la unidad de Alemanía, pero subrayó que "el riesgo a evitar en el horizonte es la neutralizacion de Europa central".
También recordó que había pedido en vano un esfuerzo a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, para que aceptase la Carta Social, a la que fue la única en seguir oponiéndose. "Thatcher", comentó, "pisa el freno pero no se apea". "Sabe que el interés del Reino Unido no está en separarse de la Comunidad Europea".
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