Un policía estalinista
La expulsión de Erich Honecker del Partido Comunista (SED) supone para este anciano una muerte anticipada a la biológica y real. En Berlín Este se decía que, desde que fue derribado, el 18 de octubre, perdió la cordura.
Con su expulsión en ignominia del partido, pierde el último soporte en la vida. La gran mayoría de sus 77 años la ha dedicado al ideal comunista en un partido, el KPD, y su sucesor, el SED, marcado como pocos por Stalin, sus apoyos y traiciones.
Fue alevín comunista, militante clandestino, prisionero 10 años en cárceles de la Gestapo nazi. Después, endurecido en su lucha contra el fascismo, el liberalismo y la socialdemocracia, fue punta de lanza del aparato policial que impuso la creación de un régimen comunista en la zona de Alemania ocupada por el Ejército soviético.
En 1961 fue el arquitecto del muro, que defendió con la decisión y el odio hacia el enemigo de clase propia a toda su generación de comunistas de entreguerras.
En 1971 sucedió a Walter Ulbricht en la jefatura del partido e intentó un acercamiento a la RFA consciente de su dependencia del gran hermano capitalista. Nunca pudo deshacerse de un dogmatismo que lo aisló en la cúpula del Estado, lo hizo cómplice de la corrupción en el partido y lo hizo ayer víctima de aquellos que con sus alabanzas interesadas son corresponsables del trágico final de este comunista alemán.
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