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Arno Votteler, tradición, estudio y funcionalidad

El diseñador alemán presenta en España sus últimos trabajos en mobiliario de oficina

Arno Votteler (Freudenstadt, 1929) es catedrático de Interiorismo y Diseño en la Academia Estatal de Artes Plásticas de Stuttgart, especializado en mobiliario y dedicado desde sus inicios a la construcción de sillas. En 1950 comenzó a hacer realidad sus proyectos para la firma Walter Knoll, compaginando su labor de diseño con la docencia en la India, Estados Unidos, y Brasil. En estos días visita España para presentar las sillas de la colección T, de la que tres de sus modelos han sido acogidos en el Centro de Diseño de Stuttgart, en competencia con 1.173 productos.

Tiene el aspecto tranquilo y el hablar pausado que los relatos infantiles acostumbran a otorgar a los artesanos. Trabajar para una industria floreciente, ser una de las estrellas europeas del diseño industrial y estar implicado en el papel protagonista que la moda otorga actualmente a su profesión no parecen afectarle. "Los diseñadores industriales tienen que plantearse que de ellos depende en cierta medida una empresa. Un diseñador serio tiene que llegar a un compromiso entre los diferentes factores que influyen en la creación de un producto".

Funcionalismo ampliado

A la hora de ponerse a trabajar le mueve "la idea de crear un diseño funcional que por otra parte no viene de la nada, sino que se basa en una tradición familiar. Aquellas viejas sillas fabricadas por mi abuelo en madera maciza llevaban en sí mismas la funcionalidad, nacían para servir. Ésa es mi tradición y mi filosofía como diseñador. Hoy, naturalmente, se trata de un funcionalismo ampliado. Ya no partimos de las definiciones expuestas por la Bauhaus".Para Votteler, la figura del diseñador se disuelve en un equipo en el que "nadie tiene el poder absoluto; una vez expuesta la idea inicial, su concreción es labor de todos". En el nacimiento de esa idea inicial juegan siempre "principios arquitectónicos. En esto soy inflexible, incluso exijo que mis alumnos los sigan también. No concibo un buen diseñador de mobiliario que no posea amplios conocimientos de arquitectura".

Su veta artesana tradicional resalta especialmente en la importancia principalísima que otorga al proceso de fabricación, al dominio absoluto de cada uno de los pasos que llevan a la realización de la idea. "Desde 1907 tenemos unos talleres muy especializados, muy exigentes. Se trata de que los alumnos plasmen en la realidad exactamente lo diseñado en el papel. No desviarse de la idea original también es básico en el diseño".

La competencia con el diseño industrial norteamericano y japonés no justifica para Votteler la uniformidad del diseño europeo. "No creo que exista un estilo de diseño europeo. Soy un claro continuador de la escuela de diseño de la Bauhaus, pero a través de sus continuadores. No creo que deba existir un estilo europeo; considero más interesante que cada uno siga sus propias tradiciones, su propio camino. Por ejemplo, el diseño español me interesa cada vez más, lo considero muy moderno, muy innovador".

La historia del diseño es en alguno de sus tramos la historia de una incomodidad. Para Votteler, "desde el punto de vista ergonómico la Europa de 1910, cuando se pensaba que lo importante era el sentido hogareño y no la representación del mueble, fue la época en que mejor se trató el cuerpo humano, su comodidad".

Claro que en esto, como en todo, no conviene exagerar. "En América existió un secta religiosa que concebía todos los elementos de sus casas con un sentido religioso, hasta los aparatos de calefacción. Pero como aplicaba el mismo rigor a la prohibición de hacer el amor, acabó desapareciendo".

Esta última ironía es ocasión propicia para plantearle al diseñador alemán un dilema tan falso como definitorio. Si usted tuviera que elegir entre una fealdad cómoda y una incomodidad elegante, ¿con qué se quedaría?. Sonríe. Piensa sólo un instante. "Creo que con la cómoda fealdad ... si fuera imaginable una elegancia incómoda".

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