¿Un estrecho despropósito?
Tres datos ferroviarios pertenecen sin duda a la conciencia colectiva de los españoles:1. El nivel de servicio de nuestros queridos caminos de hierro.
2. Por haberlo aprendido en la escuela, el significado de las siglas Renfe.
3. La diferencia de ancho del tendido ferroviario español respecto al europeo.
Según los planes del Gobierno, que ya se van desvelando, en nuestro país van a coexistir tres redes con ancho de vía diferente (internacional, ibérico y métrico), tres redes de primera, segunda y tercera clase, según su ancho de vía.
Así parece que vamos a asistir a un despilfarro brutal de medios que está demandando el mismo ferrocarril, pues desde la llegada del equipo neoliberal-socialista los ferrocarriles han sufrido un proceso agudísimo de descapitalización, especialmente de las infraestructuras.
Otro ejemplo: en 1985, antes de la nueva política ferroviaria socialista, se renovaron tan sólo 40,8 kilómetros de vía de un total de cerca de 13.000; es decir, a este ritmo se hubiera tardado en renovar toda la red actual unos ¡255 años!
En la actualidad, un 50% de la red está técnicamente obsoleta.
Mediante la argucia del cambio de ancho, la inversión se concentrará en las vías más rentables.
Puede así ocurrir que nos encontremos con redes ferroviarias totalmente desgajadas y sin nada en común, tanto por la diferencia del nivel de servicio como por la diferencia del ancho de vía.
La primera red, formada por los recorridos rentables (eje Norte-Sur, triángulo Madrid-Valencia-Barcelona), con servicios de nivel europeo y tramos de ancho de vía europeo.
La conexión con el resto de la red será lo de menos, al convertirse la red no rentable, por la falta de inversión, en una especie de FEVE de vía ancha en situación cada vez más marginal.
Una red reducida
En ese momento de nuevo el Gobierno propondrá el cierre de estas líneas, fundamentándolo en el deterioro del servicio y en los desastrosos resultados económicos, por lo que en pocos años podrá conseguir que la totalidad del ferrocarril (unos 3.000 kilómetros) cuente con el ancho internacional, cumpliéndose su objetivo político-ferroviario fundamental.Será, eso sí, un ferrocarril reducido, pero enterito, con ancho internacional y además susceptible de ser privatizado, una vez eliminado el problema de los servicios públicos de carácter social.
Para que todo el ferrocarril español fuera del mismo ancho también se podría eliminar a FEVE y al resto de los ferrocarriles de vía estrecha. El único problema (también superable) sería que en la próxima reforma de la Constitución habría que suprimir los artículos 31, 40, 103, 131, 138 y 139, que son garantes del equilibrio y armonización del desarrollo regional y sectorial, del estímulo del crecimiento de la renta y de su justa distribución.
El nuevo ancho de vía puede que a algunos nos acerque a Europa, pero zonas tan extensas como deprimidas (Galicia, Asturias, Cantabria, Castilla y León, La Rioja, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía oriental, etcétera) estarán aún más lejos de otras regiones más privilegiadas de España.
La CE no regalará ni un ECU para el cambio. Los fondos FEDER, de desarrollo regional, no son sino una bolsa formada por aportaciones de los Estados comunitarios, y España recibe en la actualidad del FEDER lo que aporta al FEDER y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) no se dedica fundamentalmente a las obras de caridad.
Además, sería injusto destinar unos fondos de este tipo para incrementar aún más los profundos desequilibrios interregionales que sufre nuestro país. La última aportación, 2.000 millones de pesetas, no deja de ser calderilla en relación con las cifras billonarias del proyecto.
Pero comprendemos al Gobierno, comprendemos que no quiera debatir antes de estrechar, es muy duro reconocer la improvisación con que se ha actuado en todo el tema ferroviario, llámese Plan de Transportes Ferroviario (PTF), ancho de vía o contrato del siglo.
Utilización electoral
Comprendemos que sería dificil de justificar por su parte la utilización electoral, en nuestro territorio, de la inauguración reciente en Parla (Madrid) de la colocación de los primeros metros de ancho europeo con la asistencia de nuestro Rey.Comprendemos también su sofoco de haber convocado 25 trenes de alta velocidad y 75 locomotoras de gran potencia, con ancho europeo, y tener que reconocer que si se confirma la limitación del cambio de ancho sólo podrían circular de momento entre Madrid y Sevilla, por lo que probablemente habrá que buscar un sitio en el museo ferroviario para este material.
Comprendemos lo que sufrirá ese pobre Consejo de Ministros por no poder desterrar (dimitir es una pena excesivamente leve) al señor García Valverde y a los señores Abel Caballero y José Barrionuevo.
Comprendemos la desilusión de nuestro presidente en funciones, don Felipe González Márquez, que según todas las fuentes es el instigador, dentro de sus ,sueños de gran estadista europeo, de esta cadena de improvisaciones y despropósitos. Una de sus grandes pirámides, quizá la más cara, se puede convertir en un monumento a la discriminación entre las regiones y a la chapuza nacional.
Aún se está a tiempo de hacer un informe en el que no se obligue a los técnicos a priori a obtener unos resultados, sino que se valoren los pros y contras de cualquier decisión que afectará en los próximos 50 años las comunicaciones ferroviarias de este país.
Posiblemente habrá que terminar diciendo: para este viaje no hacen falta alforjas.
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