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Tribuna
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Moscú y la renovación del socialismo

Pilar Bonet

Los rápidos cambios que se producen en Europa del Este encuentran estos días el más encendido apoyo en la URSS, tanto por parte de los medios de comunicación como de los máximos dirigentes, quienes se esfuerzan en transmitir un mensaje común: lo que está pasando, dicen, es parte de un proceso de renovación del socialismo y no un proceso mimético hacia el capitalismo.Este mensaje ha sido transmitido por Alexander YakovIev, en Tokio, y por Edvard Shevardnadze y el líder Mijail Gorbachov, en Moscú. YakovIev, responsable de la política internacional del partido, secretario del Comité Central y miembro del Politburó, ha protagonizado un delicado viaje a Japón, un país con el que siguen pendientes al gunos de los contenciosos de la II Guerra Mundial. La polémica sobre el futuro de las islas Kuriles, reivindicadas por Japón, sigue impidiendo la firma de un tratado de paz que concluya formalmente la II Guerra Mundial.

El asunto de las Kuriles es uno de los frenos a un mayor desarrollo en las relaciones económicas entre Moscú y Tokio y está en el origen de la frialdad con la que los círculos empresariales japoneses acogen las ofertas de invertir a gran escala en la URSS. Con la vista puesta en el tratado de paz, un grupo de trabajo soviético-japonés se reunirá en Tokio en diciembre.

En el frente occidental, donde tampoco se ha firmado tratado de paz con Alemania, Shevardnadze tuvo palabras de apoyo para los dirigentes polacos y los nuevos dirigentes búlgaros durante una sesión del Comité de Asuntos Exteriores del Soviet Supremo de la URSS, celebrada el viernes. Tadeusz Mazowiecki, el jefe del Gobierno polaco, estará en Moscú del 23 al 26 de noviembre en una visita histórica por el solo hecho de que Mazowiecki es el primer dirigente no comunista de Polonia que visita la URSS desde el fin de la II Guerra Mundial.

El apoyo del que goza Mazoviecki en Polonia es un "adelanto" y un "crédito de confianza", dijo Shevardnadze, según el cual la URSS está interesada en que Varsovia supere las dificultades económicas, por cuanto la estabilidad polaca es "un factor de seguridad nacional" para la URSS. El jefe de la diplomacia soviética explicó que los nuevos dirigentes polacos no tienen prejuicios en relación a la URSS.

El Pacto de Varsovia busca actualmente una potenciación de su dimensión política en tanto se desdibujan los aspectos militares. "No hay nada eterno y me refiero en primer lugar a las alianzas militares", dijo Shevardnadze.

Bulgaria, el último país del Este que se ha incorporado al cambio, tiene unos nuevos dirigentes con "ideas muy interesantes sobre la concepción de la perestroika y la renovación de la sociedad socialista", manifestó Shevardnadze en una declaración de apoyo activo a la nueva política búlgara. La televisión soviética informó sin rodeos de la expulsión del Comité Central del hijo de Todor Zhivkov, VIadimir, por haber ocupado el cargo de responsable de ideología "contra la voluntad del pueblo". Un politólogo búlgaro, caído en desgracia en época de Zhivkov, explicó a los soviéticos en televisión que el régimen personificado por el anterior dirigente es un sistema que debe "ser desmontado hasta el final".

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Un tono de simpatía

Las últimas manifestaciones en Praga, la contundente intervención policial y las demandas de elecciones libres y dimisión del Gobierno en Checoslovaquia han sido presentadas a los soviéticos con un tono de simpatía hacia los manifestantes. Rumanía, en cambio, recibe un trato de favor, pese a la rígida política de Nicolae Ceaucescu. En torno a los preparativos del congreso de los comunistas rumanos, que hoy comienza, la televisión soviética consideró un éxito la liquidación de la deuda externa de Bucarest.Fuentes políticas soviéticas afirman que Moscú se encuentra algo intranquilo ante la evolución de los acontecimientos en la República Soviética de Moldavia, donde las tendencias nacionalistas han estallado con virulencia, ante un eventual cambio que hiciera más atractivo el régimen de Bucarest y propiciara así tendencias independentistas y centrífugas por parte de una república que se asienta mayoritariamente sobre el territorio de la antigua Besarabia rumana.

En un intento de ponerse al día en la política de glasnost o transparencia informativa y de salir al paso de otras interpretaciones, el diario del ejército Krasnaia Zvesda publicaba el sábado un reportaje sobre la decisión de llevar las tropas soviéticas a Afganistán en 1979. El reportaje, que citaba documentos inéditos de los archivos del ministerio de Defensa, señalaba que las primeras tropas soviéticas fueron introducidas en el país por vía aérea el 7 de julio de 1979. La decisión política se tomó en secreto el 12 de diciembre de 1979 en el despacho de Leónidas Breznev, en el Kremlin.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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