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El 'Satiricón', presentado en Amsterdan como un "espectáculo total"

El montaje refleja una "visión dramática y ordenada de la euforia de la democracia"

Isabel Ferrer

La versión del Satiricón, de Petronio, escrita por el compositor italiano Bruno Maderna (1920-1973) se estrenó anoche en el Muziektheater de Amsterdam. Dramaturgia musical, cuadros plásticos, teatro, ópera y sobre todo el deseo de ofrecer un "espectáculo total" donde el espectador pueda participar visual e intelectualmente, arropan esta propuesta de Héctor Vilche y Armando Bergallo, dos artistas uruguayos fundadores en 1973 del Taller Amsterdam.

El montaje combina otras dos obras cortas de Maderna, Giardino religioso y Venetian journal, bajo la batuta de Lucas Vis, director de orquesta holandés y responsable musical del Taller. De este modo, el conjunto se convierte en una ópera en dos actos que a través de la metáfora del narcisismo proyecta una crítica contra la decadencia de la sociedad ya planteada por Petronio. Y reflejada ahora por la soledad e incomunicación de la lucha por el poder y el éxito, convertida en la única forma posible de felicidad.Todo ello a través de un libreto que se sirve de la ópera, un monstruo sagrado y acrítico según el Taller, como lugar de cruce de todas las formas de expresión. "Introducimos signos familiares con máquinas de ejercicios gimnásticos o maquillajes y vestuarios de una estrella de cine americario, para que el espectador perciba la frustración y angustia de nuestra sociedad", afirma Vergallo.

"Porque no hay una historia en el sentido tradicional, pero sí una visión dramática y ordenada de la euforia de la democracia. Ésta se ha convertido hoy en un espacio donde la obsesión por preservarse joven y hermoso borra la propia vida y cualquier otra creencia", apostilla Vilche. En el Satiricón, el narcisismo ya no es una búsqueda dramática de la verdad, sino "una pose consciente y reaccionaria que sólo fomenta gestos solidarios para tranquilizar las conciencias", según el propio Héctor Vilche. En el escenario, ambos artistas emplean con sus actores el material visual de los 80, con una exhuberancia y barroquismo que en Holanda, "donde la sociedad es calvinista e iconoclasta por definición, crea un diálogo tenso y sorprendente".

Laboratorio

Así, la elección de la ópera como vehículo expresivo no ha sido gratuita porque transformada en lo que ellos definen como espectáculo total, "ya no es la última gran fiesta vacua de la burguesía, sino un laboratorio donde el espíritu guarda su propia libertad".Vilche y Bergallo coincidieron en Montevideo en el taller del artista Joaquín Torres-García (1879-1949), aunque se conocían desde la adolescencia. A pesar de su pasado como estudiantes de Filosofía y Derecho, el empuje de su maestro les llevó a viajar por Europa, donde llevan 25 años hablando, pintando y esculpiendo "los sueños y realidades de este fin de siglo".

En Arristerdam, el Taller apareció hace 15 años en un hermoso canal de la ciudad y en una casa-jardín patricia de tres plantas dedicada, abajo, a la galería de arte y arriba a sus propios estudios. Allí estudian ahora la posibilidad de crear una ópera-tango con la obra Bodas de sangre, de Federico García Lorca. Y también allí, hasta el 10 de diciembre, estará abierta una muestra sobre la realización del Satiricón.

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