_
_
_
_
_
DESPUÉS DEL CERVANTES

El Cervantes apenas cambia las costumbres de Roa Bastos

Andrés Fernández Rubio

A. FERNÁNDEZ RUBIOENVIADO ESPECIAL Augusto Roa Bastos varió ayer en lo mínimo su vida cotidiana, que transcurre en Toulouse, en el piso a las afueras de la ciudad en el que vive con su mujer y sus hijos, y cerca de la universidad en la que enseña literatura. El escritor salió a mediodía, y no regresó hasta bien entrada la tarde, cuando de nuevo comenzó a contestar las llamadas telefónicas que le han dejado casi afónico y que se suceden desde que el jueves fue anunciado que le había sido concedido el premio Cervantes de Literatura.

El autor de Yo, el supremo dijo sentirse muy honrado de haber resultado elegido entre el gran número de escritores con una obra literaria de alta calidad, y añadió que se siente particularmente feliz del tratamiento que la Prensa española ha dado de la concesión del premio, sobre todo porque se ha hecho hincapié en su participación activa en las luchas por la instauración de una democracia en Paraguay, y también en lo que ha significado su exilio de 42 años.

Más información
El guaraní
Cela califica "de juzgado de guardia" las palabras de Semprún tras el premio a Roa Bastos

Roa Bastos, de 72 años y nacionalizado español, piensa que la literatura de los autores latinoamericanos expresa las fragilidades y problemas a los que se enfrenta el escritor, el hombre, y el artista en general, en un área sometida a numerosas tensiones.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_