No hay que contar la sorpresa
Había en tiempos muy lejanos una compañía cubana; un indiano llevó a Barcelona una partida de mulatas; con ellas formó un teatrillo, pero se fueron gastando... Está bien: no se puede contar el espectáculo de La Cubana. Tiene su sorpresa, o su golpe de teatro, y sería malo para los espectadores que: vayan y para la misma compañía desvelarlos aquí.El teatro de sorpresa no suele estar bien considerado porque se basa más en un efecto o en un engaño que en el desgrane de una acción; éste, en realidad, no necesitaría de la sorpresa en la que tanto confían -porque es una tradición de La Cubana- porque, sin ella, tiene suficiente atractivo, y sus números, y sus buenas actrices y actores. Se podría contar la sorpresa sin ningún perjuicio: así pues, aquella compañía se fue convirtiendo con los años en catalana, aunque no todos, y en un teatro ambulante que...Bien, bien, no hay que contarlo. Hay que dejarles la ingenuidad de su pequeña sorpresa, el derecho a jugar, como esencial de su género, y a meter en él al público, y aquí se pueden colocar los tópicos culteranos de la participación y del teatro dentro del teatro; y la inquietud de que de un teatro aparentemente menor vayan saliendo, entre chistes, caricaturas y burlas, algunos elementos más importantes; y no haría falta más que ver algunas interpretaciones excepcionales, de actores de verdad, como la escena infantil que representa la escena en escena se hace llamar Paulina Sâo Paulo, o el dúo de las sastras, o el juego de los actores catalanes imitando el acento catalán hablando en castellano, o la habilidad técnica para montar y desmontar. Porque lo que pasa es... No, no, calla, boca.
Cómeme el coco, negro
De jordi Milán. Compañía La Cubana. Música: maestro Juan de la Prada. Escenografía: Castell-Planas. Dirección: Jordi Millán. Teatro Nuevo Apolo, 9 de diciembre,
Véanlo ustedes. Es poco más de hora y, medía, y es hiperactivo; es documental, y nostálgico, y piadoso, y risueño... El público del estreno participó voluntariamente, aplaudió y se río en muchos momentos, comió bocatas de mortadela y se siguió riendo con la boca llena, y ovacionó a cada uno, y luego a todos incesantemente.
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