Leva estudiantil
LOS DATOS de una encuesta entre estudiantes de los primeros cursos universitarios ofrecidos ayer por EL PAÍS resultan descorazonadores. En facultades como la de Geografía e Historia, menos de la mitad de los alumnos matriculados eligieron esa carrera como primera opción. De la otra mitad, el 22% de los aprobados en junio y casi el 40% de los que pasaron en septiembre no incluyeron esa opción entre las seis mencionadas en los primeros lugares. En Ciencias de la Educación, el 33% de los alumnos matriculados este año había citado esa carrera a partir del séptimo lugar entre sus preferencias. Datos similares podrían rastrearse en otras facultades, especialmente de humanidades -Sociología, Filosofía, Políticas-, convertidas en acequias de desagüe para alumnos rechazados de otros estudios.El asunto es muy grave, y si bien la selectividad es ya una constante en todos los países desarrollados -y no se ve de momento la posibilidad de suprimirla-, en ninguno se producen porcentajes tan escandalosos. Por una parte, se condena a cientos de miles de personas a la frustración personal desde su adolescencia. Por otra, es casi imposible una docencia mínimamente eficaz en aulas en las que la mitad del alumnado está estudiando algo totalmente ajeno a sus intereses. Ni siquiera es evidente que de esta manera se estén evitando futuras frustraciones de titulados sin posibilidad de acceso al mercado de trabajo.
Los estudiantes eligen en gran número carreras técnicas, por una parte, y estudios de ciclo corto, por otra. De unas y otras se prevé una gran demanda en los dos próximos decenios. Y, sin embargo, un enorme porcentaje de los alumnos que desembocan en las humanidades vio frustrados sus intentos de estudiar ingeniería o carreras cortas. A la crueldad de un sistema inhumano se une con frecuencia la incongruencia.
