Votos
La Asociación de Derechos Humanos de Euskadi ha denunciado que algunos partidos vascos van a los asilos gerlátricos para captar deshonestamente los votos por correo de los ancianos. Pese a las muchas y elevadas ocupaciones que se les supone en mitad de la campaña, los agentes electoralistas aún se acuerdan de los pobres viejitos. Todo un detalle, desde luego.Últimamente se ha hablado bastante del horror que encierran estos centros. Ancianos esqueléticos, llagados, abandonados, desnutridos. Y esos inspectores de la Generalitat que, por lo que se ve, consideraron que Auschwitz era la mar de confortable, o ese colegio de médicos que tanto se preocupó del doctor denunciado por negligencia, en vez de mteresarse por el estado de salud de sus biafreños y ulcerados pacientes. No parece que nuestra sociedad le preste mucha atención a la vejez. Torpísimo descuido, teniendo en cuenta que es el lugar en donde todos vamos a pasar nuestro futuro.
Pero ahora las elecciones se avecinan, y los políticos corren a las residencias para arrancarles el voto a los ancianos. Dice Derechos Humanos que el 60% de los asilados en estos centros tiene el entendimiento algo nublado, y es fácil imaginar a los aguerridos militantes irrumpiendo en los locales, visitando a los viejos sin visitas y liándoles hasta conseguir la papeleta. No han ido para verificar si están bien atendidos, si comen lo suficiente, si la carne no se les cae a pedazos; pasarán por alto los babeos, el olor a orines mal limpiados, la sospechosa delgadez y la desvalidez de sus miradas. Lo único que les interesa es la papela. Dentro de unos meses se habrá apagado el escándalo de la residencia Alba y los ancianos seguirán pudriéndose en el hueco de nuestra desmemoria. Y las sólidas puertas de los geriátricos sólo se volverán a abrir en las próximas elecciones, cuando algún candidato avispadillo recuerde una vez más que los viejos condenados a muerte también votan.
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